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La OMC dividida en una encrucijada

Viernes 5 de octubre de 2012 - 86 Año 2012

Martin Khor

Numerosos dirigentes en el mundo reclaman que las congeladas negociaciones de la Ronda de Doha concluyan satisfactoriamente. Pero las demandas han resultado infructuosas y se intensifica el debate sobre el futuro papel de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Esos temas se discutieron la semana pasada en Ginebra en una sesión del Foro Público de la OMC, que tuve la oportunidad de presidir.

La sesión del 26 de setiembre, “Doha y el sistema multilateral de comercio: ¿del estancamiento al desarrollo?”, fue organizada por la red Nuestro Mundo No Está en Venta (OWISFS), la Confederación Sindical Internacional, Third World Network (TWN) y South Centre, como parte del foro anual de la OMC donde se debaten temas de actualidad.

En mi introducción comenté que el estancamiento de las negociaciones de la Ronda de Doha, iniciadas en 2001, se debe a un conflicto fundamental originado desde el nacimiento mismo de la OMC en 1995.

Al final de la Ronda Uruguay -que dio paso a la formación de la OMC-, los países en desarrollo consideraron que las normas de la nueva organización beneficiaban injustamente a los países desarrollados, por lo que quisieron revisarlas y reformarlas. Pero los países desarrollados, que lograron incluir en el sistema comercial temas no comerciales, como la propiedad intelectual y los servicios, no estuvieron interesados en la reforma propuesta. Pretendían que la OMC adoptara aún más tratados y normas sobre temas nuevos, como inversión, competencia y contratación pública, así como continuar abriendo mercados en países en desarrollo mientras protegían su propio sector agrícola.

Si bien se suponía que la Ronda de Doha iba a promover los intereses de los países del Sur, en la última década la mayoría de los aspectos vinculados al desarrollo se eliminaron o relegaron. Mientras tanto, los países del Norte siguen insistiendo en abrir los mercados de los países en desarrollo, especialmente en productos y servicios industriales.

En los últimos años, Estados Unidos planteó demandas cada vez más extremas, inaceptables para países en desarrollo clave, lo que desembocó en el estancamiento actual.

La OMC está ahora en una encrucijada en cuanto a si debería enfocarse en los temas inconclusos de agricultura y desarrollo, o ignorarlos y, en cambio, crear normas nuevas para más temas nuevos que desequilibrarían aún más el sistema de comercio internacional.

El embajador de India ante la OMC, Jayana Dasgupta, dijo que los países desarrollados impulsan ahora en forma agresiva nuevas normas en materia de facilitación del comercio, que esencialmente favorecerían el aumento de las importaciones -y no de las exportaciones- de los países en desarrollo. Intentaron, además, imponer nuevas formas de abrir los mercados industriales de estos países, a través de un segundo Acuerdo de Tecnología de la Información y de la eliminación de aranceles sobre lo que se denominan bienes ambientales. La definición de ambos instrumentos es amplia e involucra a varios sectores y bienes.

Después de esto seguramente habrá más presiones para negociar nuevos temas en la agenda de una segunda ronda, dijo Dasgupta. Y sin duda los países desarrollados tampoco aceptarán recortar sus subvenciones agrícolas ni ofrecer mayor acceso a sus mercados, por lo que sus propuestas provocarían una situación aún más injusta.

El embajador de India subrayó que la OMC enfrentó una verdadera crisis ante la circunstancia de tener que reconciliar las distintas demandas y ambiciones de países con un ingreso per cápita de hasta 80,000 dólares frente a otros que apenas llegan a los quinientos. “¿Cómo reconciliar eso? ¿Cómo reconciliamos las necesidades de desarrollo, las aspiraciones, la imperiosa necesidad de ofrecer empleos? Tenemos que mirar al comercio no solo desde la óptica mercantilista de más lucro sino también a través del prisma de la justicia social”, expresó.

La embajadora de Bolivia, Angélica Navarro, abogó por un multilateralismo justo. “Comenzamos este siglo con un espejismo, la idea del desarrollo y de reequilibrar el sistema comercial en torno a la OMC, pero ahora nos damos cuenta que esas promesas no eran más que un medio de asegurar una mayor apertura de nuestros mercados”, afirmó.

Navarro atribuyó el estancamiento en las negociaciones a la falta de voluntad política para ajustar el sistema multilateral de comercio de modo que favorezca a los más pobres. Los acuerdos comerciales, añadió, no deben imponer condiciones cuyos efectos perjudican a los derechos humanos y al ambiente o liquidan los valores de nuestras sociedades.

El embajador de Sudáfrica, Faizel Ismail, criticó el concepto de Cadenas de Valor Globales defendidas en la OMC por quienes promueven una mayor liberalización comercial en los países en desarrollo. Este argumento es erróneo y no ofrece una salida a la crisis actual, aseguró, y propuso un diálogo diferente para que el sistema se base en el comercio leal, la igualdad de oportunidades y la construcción de capacidad de los países en desarrollo para producir y exportar.

* Director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra, y fundador de la Red del Tercer Mundo.


Publicado: Viernes 5 de octubre de 2012 - 86 Año 2012

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