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Monroe vive

29 de noviembre de 2013 - No. 142 - Año 2013

Héctor Béjar

Ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, el Secretario de Estado John Kerry subrayó la importancia de un acercamiento con América Latina, “porque se trata del patio trasero de los Estados Unidos”. ¡Qué torpe! Siete meses después, el mismo personaje ha decretado el fin de la Doctrina Monroe en un discurso ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

La Doctrina del presidente James Monroe fue promovida en 1823, cuando las mafias se apoderaron del Estado, a espaldas del pueblo norteamericano. Theodore Roosevelt estableció que si un país americano pone en peligro las propiedades de ciudadanos estadounidenses, Washington está obligado a “reordenarlo”.

Bolívar y Martí vieron muy claro el peligro. Había que unirse. Pero el Congreso Anfictiónico de Panamá fracasó en 1826, y lo mismo sucedió en: México, 1831, 1834, 1839; Perú, 1839, 1846; Venezuela, 1856; Guatemala, 1856. Los herederos de Bolívar traicionaron al Libertador y se entregaron al panamericanismo, es decir al servilismo.

Los Estados Unidos anexaron Texas, Oregón, California, Nueva México, se expandieron hacia el oeste del Misisipi, empezaron a colocar en América Latina los nuevos repartimientos de mercancías como en la España borbónica mientras exterminaban a los indios. Exigieron mercados libres. No pudieron conseguirlo. Entonces promovieron el panamericanismo.

Una tras otra se sucedieron las Conferencias Panamericanas: la primera en 1889, la segunda en 1901 en México, la tercera en 1906 en Río de Janeiro, la cuarta en 1910 en Buenos Aires, la quinta en 1923 en Santiago de Chile, la sexta en 1928 en La Habana, la séptima en 1933 en Montevideo, la octava en 1938 en Lima. La Novena Conferencia de Bogotá en 1948 estuvo teñida con la sangre de Jorge Eliécer Gaitán. La Décima Conferencia Panamericana, la última, fue en 1954, en Caracas, y dio nacimiento a la OEA.

El panamericanismo fue un pacto entre el imperialismo del norte y los dictadores del sur. La OEA ni siquiera merece comentarios.

En los años treinta, la ley Webb autorizó la salida de grandes capitales para explotaciones agrarias, mineras, industriales y petrolíferas. Los capitalistas de Wall Street se compraron América Latina, gobernada por criminales a quienes sus embajadores apoyaron. Junto con la ley iba aparejada la protección de los norteamericanos.

Cuando los latinoamericanos propusieron que la conquista quede eliminada del derecho americano, los Estados Unidos negaron su firma. Cuando Cuba estaba ocupada por Estados Unidos, Haití propuso que la prohibición para conquistas e intervenciones se ampliase a cualquier Estado de las Américas. Los Estados Unidos no aceptaron.

En 1928, las naciones latinoamericanas se atrevieron a proponer el proyecto “Estados: su existencia, igualdad y reconocimiento”, cuyo tercer artículo expresaba que “ningún Estado puede intervenir en los negocios internos de otro”. Charles Hughes, que presidía la delegación norteamericana, dijo que las intervenciones norteamericanas eran interpelaciones.

El espíritu Monroe se mantiene hoy.

La IV Flota que incluye submarinos atómicos, circunnavega la región. Veintidós bases militares ocupan el territorio latinoamericano. En Chile (Valparaíso), Perú (Iquitos y Nanay), Colombia (siete bases), El Salvador (Comalapa), Costa Rica (Liberia), Paraguay (Mariscal Estigarribia), Honduras (Soto Cano), además de Islas Turcas y Caicos, Bermudas y Bahamas. Centros operativos de avanzada en Aruba y Curazao. Centro de torturas en Guantánamo.

El Comando Sur ubicado en Miami abarca América Central y del Sur, y moviliza más de mil oficiales. Hay otros nueve Comandos Combatientes Unificados del Departamento de Defensa. Su estrategia, fijada en el documento Estrategia del Comando Sur de los Estados Unidos 2018 Amistad y Cooperación por las Américas, es clara: además de luchar contra el narcotráfico y el terrorismo, garantizar las fuentes de energía que los Estados Unidos necesitarán en el futuro: treinta y uno por ciento más de petróleo y sesenta y tres por ciento más de gas natural. ¿Dónde están esas fuentes? En México y Venezuela.

Es la Doctrina Monroe de estos tiempos. Monroe vive.

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com


Publicado: 29 de noviembre de 2013 - No. 142 - Año 2013

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