El ejemplo de Malasia
7 de febrero de 2014 - No. 149 - Año 2014
Martin Khor
La turbulencia por la devaluación de la moneda, la caída del mercado accionario y la fuga de capitales de varios países en desarrollo continúa. En este contexto, vale la pena volver a examinar los controles de capital aplicados por Malasia durante la crisis financiera de 1997-1999.
Un factor que contribuyó a la turbulencia fue la anunciada decisión adoptada la semana pasada por la Reserva Federal de Estados Unidos para poner en práctica la segunda entrega de su medida de tapering (reducción del estímulo monetario aportado al sistema bancario desde la crisis de 2008), recortando en otros 10,000 millones de dólares la compra de bonos mensuales, que pasó de 75,000 millones a 65,000 millones de dólares.
La compra de bonos se utiliza para bombear masivamente dinero en el sistema bancario de Estados Unidos y mantener los tipos de interés bajos.
Parte de ese dinero ha sido utilizado por los inversores para comprar acciones y bonos en los países en desarrollo. Con la eliminación gradual de este sistema, y las expectativas de una mayor rentabilidad en Estados Unidos, el dinero está fluyendo nuevamente desde los países en desarrollo hacia ese destino.
Turquía y Sudáfrica, cuyas monedas estaban cayendo en forma brusca, resultaron particularmente afectados. En respuesta, ambos países aumentaron las tasas de interés la semana pasada, pero la medida no alcanzó para controlar lo suficiente la tendencia a la baja. También se debilitaron las monedas de otros países, entre ellos Rusia, Brasil y Argentina. En tanto, India también aumentó las tasas de interés y logró estabilizar la rupia.
El año pasado, las monedas de países como Indonesia, India, Brasil, Sudáfrica y Turquía cayeron entre quince y veinte por ciento con respecto al dólar. La turbulencia de las últimas dos semanas se sumó a esta tendencia.
Los gobiernos se enfrentan a un dilema: para evitar una mayor caída de las divisas y la salida de capitales optan por subir los tipos de interés, con la esperanza de que a los inversores extranjeros les resulte atractivo invertir en el país y que a los locales les convenga ahorrar allí.
El aumento de las tasas de interés sirve también al objetivo de reducir las presiones inflacionarias. Sin embargo, dicha medida tiene el efecto negativo de también poner un freno al crecimiento económico, sobre todo si el aumento es significativo. Esto se debe a que a las empresas les resulta más caro pedir préstamos para invertir y a los consumidores pedir préstamos para sus compras.
El deterioro de la economía real -o la expectativa de que esto ocurra- puede contrarrestar los incentivos a los inversores para que conserven sus activos en el país. De ser así, continuará la salida de capitales y la caída de las monedas. Pero la fuga de capitales puede provenir no solo de los extranjeros sino también de los residentes. Mantener la confianza y los fondos de estos últimos es igualmente importante.
Un país que enfrenta una caída de divisas y una fuga de capitales que drena las reservas en moneda extranjera a niveles peligrosamente bajos puede considerar la aplicación de controles de capital.
Cuando demasiado dinero especulativo ingresa al país, es común que se apliquen controles a los flujos de capital. Pero en la situación actual, en que los países se enfrentan, por el contrario, a salidas excesivas, lo que tal vez sea necesario es el control -o restricciones- a las salidas de capital. Pero es más raro que se apliquen estas medidas.
Malasia es un buen ejemplo de la aplicación de controles selectivos sobre las salidas de capital, que funcionaron con éxito durante la crisis de 1997-1999.
Un documento del FMI publicado en enero cita el caso de Malasia como una excepción de controles sobre las salidas de capital que funcionó. “Después de un endurecimiento de las restricciones en setiembre de 1998, la fuga de capitales se detuvo, lo que permitió que las reservas volvieran a los niveles anteriores a la crisis, que el tipo de cambio se estabilizara y que las tasas de interés bajaran”, según el documento Effectiveness of Capital Outflow Restrictions (Eficacia de las restricciones a la salida de capitales).
Los países que hoy se enfrentan a una crisis similar deberían analizar las políticas de Malasia. Estos países tienen un importante déficit en cuenta corriente, lo que los hace dependientes de grandes ingresos de capital extranjero para financiar este déficit.
Cuando las condiciones mundiales son favorables, los ingresos de capital continúan y tornan al país más dependiente. Cuando las condiciones cambian -como ocurre ahora-, el país es vulnerable a una reducción o interrupción de ingresos, o peor aún, a una gran fuga de capitales.
Los aumentos de las tasas de interés pueden no ser suficientes y en todo caso podrían inducir a una recesión. En tal situación, especialmente cuando las reservas se agotan, puede ser necesario apelar al recurso de los controles de capital.
No obstante, las restricciones deben ser administradas adecuadamente y de forma selectiva, con políticas de acompañamiento adecuadas. Por otro lado, el país debe estar preparado para tener una “mala prensa” en los medios de comunicación, así como una respuesta negativa del mercado durante algún tiempo.
Las políticas podrían entonces funcionar, para frenar la fuga de capitales, estabilizar el tipo de cambio de las divisas, evitar que el país se quede sin reservas y requiera un rescate internacional, y permitir que establezca tasas de interés a un nivel que facilite la recuperación y el crecimiento económicos.
Esto, en todo caso, fue lo que hizo Malasia, una experiencia que vale la pena que otros países tengan en cuenta, especialmente aquéllos que enfrentan turbulencia o crisis financiera.
Martin Khor, Director ejecutivo del Centro del Sur.
Publicado: 7 de febrero de 2014 -
No. 149 - Año 2014
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