Brasil: regenerar o reconstruir la izquierda
10 de junio de 2016 - No. 263 - Año 2016
Mario Osava
La coalición circunstancial de centroderecha de más de 20 partidos que gobierna Brasil hereda una recesión económica que ya dura dos años, más de 11 millones de desempleados y un déficit fiscal que limita las acciones gubernamentales. En ese contexto, se buscan ya nuevos caminos para la izquierda.
Marta vive muy deprimida desde el 12 de mayo, cuando la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida de sus funciones para responder a un juicio de inhabilitación ante el Senado. Llora cada vez que escucha noticias políticas, omnipresentes actualmente en Brasil.
La frustración de esta economista sexagenaria que pidió no dar su nombre es compartida por muchos que, sin ser militantes del Partido de los Trabajadores (PT), gobernante desde 2003, integran una izquierda que participó en el proceso que sacó de la pobreza a más de 10 millones de familias brasileñas y alentó sueños de un país más próspero y menos desigual.
El fin de uno de los raros períodos en que la izquierda ostentó el poder en Brasil, no se celebra con euforia entre los nuevos gobernantes de centroderecha. La coalición circunstancial de más de 20 partidos hereda una recesión económica que ya dura dos años, más de 11 millones de desempleados y un déficit fiscal que limita las acciones gubernamentales.
En ese contexto, se buscan ya nuevos caminos para la izquierda en Brasil, aunque teóricamente Rousseff puede recuperar la presidencia, si el juicio político en su contra no culmina con la votación de dos tercios de los 81 senadores a favor de su destitución.
Un Frente Político “con su centro de gravedad en la izquierda” es la propuesta de Tarso Genro, dirigente del PT que fue ministro de Justicia y de Educación durante el gobierno del fundador y líder del partido, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).
“El Frente significa un influjo ‘de fuera hacia adentro’ para que el PT se reforme en un proceso de cambio de su sistema de alianzas. No creo que una disputa interna, por los mecanismos tradicionales del partido, pueda transformarlo tan profundamente como es necesario”, justificó a IPS.
En su opinión es la única vía para “regenerar” al PT, que tuvo varios altos dirigentes y parlamentarios involucrados en escándalos de corrupción, varios de ellos ya condenados. Las alianzas con partidos conservadores y clientelistas son otros errores en que el PT habría incurrido para conquistar y mantener el poder.
“Es necesaria y válida una autocrítica del partido”, admitió Genro que defiende una “refundación” del PT desde el escándalo en que el partido fue acusado de sobornar parlamentarios para aprobar propuestas importantes, estallado en 2005.
“Pero una autocrítica verdadera de cualquier partido de izquierda serio no se limita a identificar y reconocer errores cometidos por dirigentes, sino que debe, sobre todo, revisar su proyecto político y programático, especialmente en la cuestión democrática”, matizó.
Falta explicar porque el PT, siendo gobierno, “no se esforzó por promover una profunda reforma política”, ni estableció “un sistema de alianzas para liberarnos del tipo de gestión del Estado heredado de gobiernos anteriores”, señaló.
Asimismo hay que apuntar que “mecanismos de control interno que fallaron”, permitiendo que el partido aceptara formas ilegales de financiar sus campañas electorales, “que siempre había condenado”, acotó.
Una duda es si le tocará al PT regenerarse y seguir dictando los rumbos de la izquierda en Brasil o si la crisis actual lo debilitará al punto de abrir paso a la formación de otras fuerzas políticas en las corrientes progresistas.
La llamada Operación Lava Jato (autolavado de vehículos) que investiga hace dos años la corrupción en los negocios de la empresa estatal Petrobras sigue destruyendo carreras políticas, después de encarcelar decenas de empresarios y directores de la petrolera.
No se descarta que en cualquier momento Lula sea enjuiciado y encarcelado, acusado como beneficiario de fondos de Petrobras desviados por grandes constructoras. En ese caso probablemente no podría ser candidato en las elecciones presidenciales de 2018, como anticipó que pretende.
Las elecciones municipales de octubre de este año serán una primera prueba para el PT después de tener varios dirigentes involucrados en este escándalo y de la probable inhabilitación de Rousseff.
“El PT es un gran partido, con muchos alcaldes y gobernadores estaduales, una fuerte organización nacional con base institucional para sobrevivir y en algún momento revisar sus posiciones y repensar lo que debe hacer para el futuro”, comentó Maria Herminia Tavares, profesora de Ciencia Política en la Universidad de São Paulo.
Pero su “retórica del golpe”, atribuyendo la separación del poder de Rousseff a un golpe de Estado de nuevo tipo, del que el parlamento sería ejecutor, dificulta la autocrítica y la renovación, al verse como víctima y no admitir “errores brutales en la economía, la corrupción”, destacó a IPS.
Ese discurso es un instrumento importante ahora, para mantener la unidad, resistir a la inhabilitación de la presidenta, pero “no ayuda a reelegir gobernadores, alcaldes y parlamentares” y habrá presiones internas para un “discurso nuevo, electoralmente más aceptable”, vaticinó la profesora.
“El PT ha sido probablemente un caso único de partido de masas con origen movimientos de la sociedad civil que alimentaron también su crecimiento, eso difícilmente se reproducirá”, porque la tendencia es la separación entre la política institucional y esos movimientos, como ya se nota en Europa, evaluó.
Pero “los movimientos sociales son fundamentales para renovación del partido, son sangre nueva”, según la socióloga Dulce Pandolfi, investigadora de la Fundación Getulio Vargas.
En su opinión, sí hubo un golpe para destituir a Rousseff y colocar en su lugar al vicepresidente Michel Temer, y los frentes políticos, juntando partidos de izquierda y movimientos sociales, son importantes para luchar contra “amenazas a la democracia y a los derechos sociales”.
“El PT puede reconstruirse, contando con su capital social, la cantidad de cuadros formados”, pero necesita “una autocrítica de su ingenuidad, al meterse en el mismo juego de los partidos tradicionales, y de creer en la impunidad, actuando como si los fines justificasen los medios”, concluyó a IPS.
Para el historiador Daniel Aarão Reis, profesor de la Universidad Federal Fluminense, estar en la oposición le hará bien al PT, después de la “degeneración” que provoca en los partidos estar en el poder muchos años.
Sus gobiernos, presididos por Lula y luego por Rousseff, promovieron avances en inclusión social, pero sus políticas de conciliación y alianzas con la derecha y grandes empresas, además de discursos electorales desmentidos luego en la práctica, le quitaron identidad al partido, recordó Reis, militante del PT hasta 2005.
Además se abandonaron reformas en “el sistema político que tritura personas” y los corrompe, sostuvo, defendiendo el fin de donaciones electorales de empresas y fondos públicos para partidos, que proliferan en busca de tales beneficios. Brasil tiene hoy 35 partidos inscritos.
“Si tuviesen que mantenerse con contribuciones de sus militantes desaparecería mitad de esos partidos” y crearlos dejaría de ser un negocio, recomendó. Así era como se financiaba originalmente el PT.
Para la reconstrucción de “una izquierda capaz de formular programas alternativos” tanto para mejorar el sistema político como superar la crisis actual, sugirió foros de intelectuales y “polos independientes” de debates. No se trata de recomponer el PT, sino de un movimiento más amplio.
Editado por Estrella Gutiérrez
Publicado: 10 de junio de 2016 -
No. 263 - Año 2016
La izquierda brasileña se tomó una «borrachera histórica» trás su haber alcanzado la cumbre del poder en los años de 2002 en adelante.
Esto fue el producto de su falta de experiencia, y de una cierta inmadurez cultural.
Más allá que una reorganización política: lo que ahora hace falta y se pone como urgencia, es una «reconstrucción» moral y cultural de la izquierda; fundada más sobre las comunidades y la sociedad civil, que sobre lo que quedó del casi destruido Partido dos Trabajadores.