Los “errores” de Tony Blair
22 de julio de 2016 - No. 269 - Año 2016
Martin Khor
La comisión presidida por Sir John Chilcot sobre la participación de Gran Bretaña en la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003 concluyó, tras siete años de trabajo, que la justificación esgrimida era falsa: no había armas de destrucción masiva. “Se trata de una intervención que resultó nefasta, y cuyas consecuencias se hacen sentir hoy día”.
El informe Chilcot, que concluye también que Saddam Hussein no suponía una amenaza inminente y no se agotaron los medios pacíficos para resolver el conflicto, reveló a un Tony Blair mesiánico prometiendo apoyo incondicional a Estados Unidos.
“Quiero expresar más pesar, arrepentimiento y disculpas de lo que nunca podrían imaginar”. Así comenzó un nervioso Tony Blair la conferencia de prensa televisada para dar respuesta al informe Chilcot. Sin embargo, cualquier esperanza de que el ex primer ministro británico se disculparía se desvaneció al dejar en claro que hubiera invadido Irak de todas maneras.
Entonces, ¿de qué se disculpaba?
Si bien el informe no dirime si la guerra fue legal o no, Chilcot declaró que se llegó a la conclusión de que “las circunstancias en las que se decidió, argumentando que había una base jurídica para la acción militar, estaban lejos de ser satisfactorias”. Y también reveló que el gobierno de Blair había sido advertido de las consecuencias de la guerra, por lo que no puede alegar ignorancia.
Una de las críticas que se le hace al informe Chilcot es no haber considerado las consecuencias de la guerra para el pueblo iraquí, con lo que se perdió la oportunidad de revelar la escala y la naturaleza del horror.
Desde el inicio de la guerra en 2003 hasta marzo de 2016 hay más de 174.000 civiles muertos como víctimas directas, según Iraq Body Count. Si se incluyen los combatientes, los muertos ascienden a 242.000. A esto debe sumarse las muertes indirectas causadas como consecuencia de los daños provocados a la infraestructura, los servicios de salud, el suministro de alimentos y de agua, y el transporte.
Una encuesta realizada por un equipo de investigadores estadounidenses, canadienses e iraquíes en cien regiones de Irak, cuyos resultados se publicaron en 2013 en la revista PLoS Medicine, reveló que entre 2003 y mediados de 2011, alrededor de medio millón de personas murieron a causa de la guerra y sus efectos indirectos.
“La tragedia de las muchas tragedias en este caso es que Bush y Blair permanecen intocables e impunes”, comentó el escritor William Furney, y añadió que si el responsable de tan monumental pérdida de vidas hubiera sido un gobierno africano, el Tribunal Penal Internacional seguramente iniciaría acciones.
Al crear falsas premisas para desatar una guerra contra Irak, Bush y Blair lograron el efecto contrario al buscado.
¿Acaso rendirán cuentas por sus actos? Probablemente no. Pero la historia los juzgará, y con dureza, no solo por lo que le hicieron a Irak y a los iraquíes, sino también por cómo sus acciones cambiaron el mundo de manera tan devastadora.
Martin Khor es director ejecutivo del Centro del Sur.
Publicado: 22 de julio de 2016 -
No. 269 - Año 2016
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