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Globalización y migraciones

Viernes 27 de julio de 2012 - 76 Año 2012

Mercedes Cruz Díaz

España es escenario de un enmarañado proceso social, económico, cultural y emocional producto de las migraciones internacionales que da lugar a nuevas formaciones sociales como las familias transnacionales, la segregación y la transculturación. La migración atrae a más de 6.7 millones de personas nacidas fuera de España de las cuales más de 32.21 por ciento son latinoamericanas.

Pareciera que las migraciones han ido en aumento; sin embargo, según datos del Informe de Desarrollo Humano del PNUD de 2009, la migración en los últimos cincuenta años ha permanecido casi sin moverse: sólo un  3% de la población mundial se ha trasladado de un país a otro, especialmente en la última década, hecho que coincide con la liberalización de capitales, crecimiento del comercio internacional y transnacionalización de empresas. Algunos datos corroboran esta información: por ejemplo, la población que partió del Perú a España en 2001 fue de 30,534, de 124,681 en 2006 y de 131.886 en 2011.

Del total de la población migrante, el 66 por ciento corresponde  a personas que se han movido entre países desarrollados, el 37 por ciento de países pobres a ricos y el tres por ciento de países ricos a pobres. Dichas personas pertenecen a estratos medios, pueden cubrir los gastos de traslado, alimentación y vivienda, mientras consigue un empleo y cuenta con más elementos como la profesionalización, recursos y redes para incorporarse a la sociedad de destino.

Del total de los migrantes en el mundo, el 48 por ciento son mujeres. En España, el porcentaje es de 46.60 por ciento. Con relación a América Latina, hay mayor porcentaje de mujeres que de hombres. Entre las inmigrantes, un 53,42 por ciento proceden de Sudamérica y Centroamérica. El 30,19 por ciento de los extranjeros tiene entre 25 y 34 años, es decir son fundamentalmente población económica activa y en edad reproductiva.

El fenómeno migratorio está ligado a la globalización; un proceso sin precedentes muy acelerado como lo hemos podido evidenciar con la migración peruana en los últimos diez años, que responde también a un fenómeno de globalización, proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, ligada al desarrollo del capital y el capitalismo.

Cuando Europa inicia los viajes a América, comienza también una gran migración  y globalización. No sólo del continente europeo a las tierras descubiertas en todo el planeta, sino también dentro del propio continente europeo, articulándolo el capitalismo comercial y al afán de enriquecimiento, el mismo que hoy vivimos en el proceso actual con el comercio, la exportación del capital financiero, la tecnología de la comunicación y la industrialización transnacional.

El proceso de globalización que vivimos en nuestros días está vinculado directamente a la industrialización iniciada hace más de dos siglos, sobre todo en Europa que atraía mano de obra necesaria para su desarrollo y que encontró en población inmigrante proveniente de regiones o países que quedaron al margen del proceso de industrialización su principal elemento para generar riqueza. Este contingente de migrantes externo produjo cambios en las relaciones sociales, económicas, políticas y laborales en aquel entonces como hoy también lo vivimos en casi todos los países; cambios importantes no solo en el trabajo propiamente dicho, sino también en la composición de los trabajadores, en la adecuación de oferta laboral, sin mencionar los cambios culturales y de articulación.

La globalización tiene como aliado a los avances de los medios de comunicación y transporte, lo que acelera el proceso migratorio en todo el planeta, al punto que algunos países empobrecidos que exportan migrantes -particularmente en África y América- dependen de las remesas enviadas por sus ciudadanos que ingresan a dinamizar las economías y sus respectivos PBI.

El sistema promueve y favorece la migración internacional, para contar con trabajadores de bajos salarios, que pueden desarrollar todo tipo de actividades sin exigir beneficios sociales dada su condición de “ilegalidad” que les asigna otro estatus.

En el proceso migratorio, los Estados están permanentemente adecuando su  legislación a las necesidades de la globalización capitalista, planteando leyes que lejos de promover la integración cultural de los migrantes los margina y los obliga a vivir en las peores condiciones -especialmente a los recién llegados- convirtiéndoles en presas fáciles de inhumanas formas de explotación, sin derechos laborales ni beneficios de ningún tipo.

Social y culturalmente la globalización, lejos de promover una articulación e integración cultural, ha provocado una marginalidad, xenofobia y racismo que tiñe de “inferioridad” a los migrantes frente a los ojos de la población nativa que no logra absorberlos culturalmente. Mientras dure esta discriminación laboral también prevalecerá la discriminación racial, cultural, que alcanzará no solo a ellos sino también a sus hijos y próximas generaciones.

* Presidenta de la Asociación Humanidad Libre (Arequipa, Perú).


Publicado: Viernes 27 de julio de 2012 - 76 Año 2012

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