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Los países del Sur obtienen las migajas del comercio

1 de agosto de 2014 - No. 174 - Año 2014

Chakravarthi Raghavan

En la Ronda Uruguay, que culminó en 1994 en el Acuerdo de Marrakech y la creación de la OMC, los países del Sur en desarrollo asumieron por anticipado onerosos compromisos en el comercio de mercancías y de servicios, y en materia de propiedad intelectual. Como contrapartida, los países ricos del Norte ofrecieron una importante reforma en la agricultura, pero esto permanece en el mundo de las promesas.

El mundo de hoy es muy diferente al del final de la Segunda Guerra Mundial. Ya no hay colonias, aunque todavía queden algunos territorios “dependientes”. En los años cincuenta y sesenta, mientras se desarrollaba el proceso de descolonización, en la mayoría de los países recién independizados surgieron líderes que se limitaron a luchar contra el dominio extranjero, sin pensar demasiado en sus objetivos y en las políticas económicas y sociales posteriores a la independencia. Algunos, incluso, pensaron ingenuamente que con la independencia y el poder político el bienestar económico sería automático.

A fines de la década de 1950, aquellos primeros líderes de las antiguas colonias que anhelaban mejores condiciones de vida para sus pueblos se dieron cuenta de que se necesitaba algo más que la independencia política, por lo que comenzaron a prestar atención al entorno económico internacional, sus organizaciones y sus instituciones.

Las instituciones de posguerra

En los años inmediatos a la posguerra, los esfuerzos para crear nuevas instituciones económicas internacionales se concentraron en las medidas para la reconstrucción y el desarrollo de la Europa devastada por la guerra. Como resultado, en los sectores del dinero y las finanzas se crearon las instituciones de Bretton Woods -el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), luego el Banco Mundial-, según el principio de “un dólar, un voto”. Esto ocurrió antes de que se acordara la Carta de las Naciones Unidas y su principio de la igualdad soberana de los Estados, de “una nación, un voto”.

Para la consecución de sus acuerdos de política comercial en tiempos de guerra, Gran Bretaña y Estados Unidos presentaron en 1946 propuestas para crear la Organización Internacional de Comercio (OIC) ante el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas, que para considerarlas convocó a la Conferencia Internacional de Comercio y Empleo. El Comité Preparatorio de la Conferencia redactó una Carta para el organismo de comercio, que fue discutida y aprobada en 1948 en la Conferencia de La Habana.

A la espera de la ratificación de la Carta de La Habana, el capítulo de política comercial se convirtió en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que entró en vigencia mediante un protocolo de aplicación provisional, como un acuerdo ejecutivo multilateral que regiría las relaciones comerciales. Así, los gobiernos acordaron aplicar sus compromisos de reducción de las barreras comerciales y reanudar las relaciones previas a la guerra mediante acciones ejecutivas sujetas a su legislación nacional. Aunque Brasil e India expresaron su desacuerdo durante las negociaciones en La Habana, aceptaron a regañadientes el GATT provisional. Pero como resultado del cabildeo empresarial, el Senado de Estados Unidos no consintió someterse a la Carta de la OIC, por lo que el GATT permaneció “provisional” durante cuarenta y siete años, hasta el Acuerdo de Marrakech de 1994 que creó la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Las instituciones de Bretton Woods no buscaban promover en forma directa el desarrollo de las antiguas colonias. Lo poco que sucedió en este sentido fue un efecto secundario de las políticas de crédito de estas instituciones financieras y de las escasas migajas que caían de la mesa, aquí y allá, en pos de los intereses de la Guerra Fría.

A partir de principios de la década de 1950, en la medida en que concedía algunos préstamos de reconstrucción y desarrollo a los países del Sur, el BIRF actuó en interés de Estados Unidos, su principal accionista, y favoreció al sector privado. Por ejemplo, los primeros esfuerzos de India por obtener préstamos para que el sector público instalara industrias básicas como el acero, que requerían grandes inyecciones de capital que el sector privado nacional no estaba en condiciones de proporcionar, fueron rechazados por el BIRF con el único motivo del dogma ideológico de empresa privada versus empresa pública.

Una ventanilla separada

Solo mucho más tarde fue que se creó una “ventanilla separada”, la Asociación Internacional de Fomento (AIF), para conceder préstamos blandos, de bajo interés y largos plazos de amortización, a los países de bajos ingresos. Pero la AIF no funcionó como profesaba y no otorgó préstamos para la creación de industrias o el fomento del desarrollo en los países más pobres. En la práctica, actuó en defensa de los intereses de los países desarrollados en el Tercer Mundo. Los préstamos se otorgaban con condiciones para promover los programas de ajuste estructural, como la liberalización unilateral del comercio, lo que provocó la desindustrialización de los países africanos más pobres.

La AIF estaba dominada por los “países donantes”, que influían en el otorgamiento de los préstamos. En un primer momento, obtenía fondos de Estados Unidos y otros países desarrollados, luego se financió con fondos procedentes del reembolso de préstamos y de las ganancias que el Banco Mundial obtuvo mediante la concesión de préstamos a tasas de mercado a los países en desarrollo y pequeñas nuevas contribuciones de los “donantes” en cada reposición.

Aunque los países en desarrollo que recibían préstamos del BIRF a tasas de mercado resultaron ser los financiadores de la AIF, no tenían voz en su dirección, y los países desarrollados, con muy poco dinero adicional aportado, mantuvieron el control sobre la AIF y el BIRF para promover sus propias políticas y los intereses de sus empresas en los países del Sur en desarrollo.

Rondas de negociaciones comerciales

En el ámbito comercial, en las sucesivas rondas de negociaciones del GATT, los principales países desarrollados (Estados Unidos, Canadá, Europa y más tarde Japón) negociaron entre sí el intercambio de concesiones arancelarias, pero prestaron poca atención a los países en desarrollo y sus solicitudes de reducción de aranceles para sus exportaciones. Las únicas migajas que obtuvieron fueron el resultado de la multilateralización de las concesiones bilaterales intercambiadas en las rondas, con la aplicación de la cláusula de “nación más favorecida”. A partir de la Ronda Dillon en 1960, cada nueva ronda del GATT sumó nuevas disposiciones discriminatorias para el Tercer Mundo y sus exportaciones.

En la Ronda Uruguay (1986-1994), que culminó en el Acuerdo de Marrakech, los países en desarrollo asumieron por adelantado onerosos compromisos en el comercio de mercancías y en áreas nuevas, como el comercio de servicios y la protección de la propiedad intelectual. Como contrapartida, recibieron el compromiso de los países desarrollados de realizar una importante reforma de la agricultura, como la eliminación o la reducción de los subsidios, y de otras áreas de interés para las exportaciones de los países en desarrollo.

Pero mientras esto permanece en el mundo de las promesas, desde la Conferencia Ministerial de Bali en diciembre de 2013, Estados Unidos, la Unión Europea y la dirección de la OMC intentan dejar a un lado por “obsoletos” los compromisos anteriores y avanzar en el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, que no implica concesiones de su parte pero sí una reducción arancelaria de diez por ciento para los países en desarrollo. Esto completará el “proceso de desindustrialización” en gran parte de África y asegurará que los países del Tercer Mundo sigan siendo “leñadores y aguadores”.

Chakravarthi Raghavan, editor emérito de South-North Development Monitor (SUNS) y reconocido experto indio en las negociaciones multilaterales.

Este texto se basa en el libro del autor The Third World in the Third Millennium CE, Third World Network (TWN), 2014.


Publicado: 1 de agosto de 2014 - No. 174 - Año 2014

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