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En 2010 se decide cómo se gobernará el mundo

Jueves 14 de enero de 2010 - 134

Martin Khor

La “gobernanza mundial” ha sido debatida durante mucho tiempo. Pero 2010 será un año crucial para definir las respuestas. ¿Cómo se tomarán las decisiones sobre la crisis económica y el cambio climático, de manera democrática o en pequeños grupos de países dominados por las naciones ricas?

Después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas surgieron como el principal foro para resolver cuestiones como la paz, el desarrollo, las finanzas, el comercio, la salud, la alimentación y el ambiente. El tema de la seguridad fue una excepción dentro del sistema de las Naciones Unidas.

El Consejo de Seguridad se configuró de manera antidemocrática, con cinco potencias como miembros permanentes y derecho de veto, con el poder de imponer sanciones y autorizar acciones militares.

A partir de la década del ochenta, la autoridad de las Naciones Unidas en materia económica se debilitó a medida que los países desarrollados impulsaron la “reforma” del sistema. Se menoscabaron sus funciones mientras se aumentaba en gran medida la autoridad del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estas dos instituciones utilizaron su influencia para imponer políticas antipopulares en los países muy endeudados y terminaron erigiéndose en los principales actores económicos mundiales.

Mientras tanto, los principales países desarrollados formaron sus propias instituciones, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y luego el Grupo de los Siete (G-7), que se convirtió en el centro de la toma de decisiones y más tarde, cuando se incorporó Rusia transformándose en el G-8, pasó a ser el bloque económico más poderoso.

Cuando en 2008 estalló la crisis financiera mundial, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, convocó a una primera cumbre del G-20 en Washington y en el año siguiente se celebraron otras dos, en Londres y Pittsburg. Lo integran grandes países en desarrollo (Argentina, Brasil, China, India, Indonesia, México, Sudáfrica) y reemplazaría al G-7, convirtiéndose en el foro donde los “principales” países –desarrollados y en desarrollo– discutirán y decidirán diversas cuestiones relevantes. Pero esto no ha funcionado bien para los países en desarrollo, ya que la mayoría no están en el G-20 y tampoco decidieron que los represente.

El presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel Descoto, tomó la iniciativa de convocar a una Conferencia sobre la Crisis Financiera y Económica en junio de 2009, con el objetivo de lograr la participación de lo que llamó el “G-192” (todos los miembros de las Naciones Unidas). Muchos países en desarrollo cuestionaron la legitimidad del G-20 y arguyeron que sólo Naciones Unidas puede ser un foro democrático.

Se propuso la creación de un Consejo Económico Mundial en el ámbito de las Naciones Unidas, integrado por un grupo de países nombrados por los miembros en representación de diversas regiones Este organismo estaría en mejores condiciones de discutir y decidir cuestiones de interés para los países en desarrollo, puesto que éstos estarían representados, y tendría la legitimidad de la que carece el G-20.

Este año, el grupo de trabajo a cargo del seguimiento de la conferencia sobre la crisis financiera y económica tendrá la oportunidad de discutir el fortalecimiento de las Naciones Unidas y la creación de un Consejo Económico Mundial.

En materia de cambio climático, el ámbito de acción internacional ha sido la Convención Marco de las Naciones Unidas, que tiene más de 190 estados miembros. Fue esta Convención la que organizó las conferencias de Bali (2007) y Copenhague (2009).

El presidente Bush, a quien no le gustaba la Convención pese a que Estados Unidos es miembro, organizó su propio proceso sobre cambio climático –el Foro de las Grandes Economías– en el cual participaron sólo una veintena de países de los más contaminadores. Los países en desarrollo manifestaron su disconformidad con que ese grupo constituya una alternativa a la Convención Marco de las Naciones Unidas, a la que consideran el único foro legítimo sobre cambio climático. La fracasada conferencia de Copenhague terminó con un documento resultante de una restringida reunión de gobernantes de sólo veintiséis países que no fue adoptado por el plenario. Ahora algunos países desarrollados pretenden que las negociaciones transcurran fuera de las Naciones Unidas, en grupos más pequeños, como el G-20.

El 8 de enero, una reunión de mandatarios de la Unión Europea habría discutido esta posibilidad. Salir del ámbito de las Naciones Unidas para formar un pequeño grupo exclusivo sería un gran revés para el foro mundial y el multilateralismo. También sería contraproducente para el cambio climático, porque se trata de un problema mundial que requiere la cooperación de todos los países.

Aun cuando la toma de decisiones por un grupo grande lleve más tiempo, al final resulta un ahorro porque las decisiones adoptadas por un pequeño grupo autoelegido deberían ser discutidas por el resto. Los delegados perderían un tiempo precioso debatiendo sobre procedimientos y principios en lugar de enfocarse en la sustancia de cómo actuar ante el cambio climático. Por eso, en el tema crucial del cambio climático seguramente habrá una dura batalla en materia de procedimientos, que en realidad son cuestiones de gobernanza mundial.

Por supuesto que la mayoría de los países estarán del lado de las Naciones Unidas, porque sigue ofreciendo la mejor oportunidad de un proceso decisorio participativo e incluyente.


Publicado: Jueves 14 de enero de 2010 - 134

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