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La Vichy de hoy

Viernes 20 de abril de 2012 - 62 Año 2012

Héctor Béjar

El correo de un lector a quien agradezco, me obliga a corregir dos errores de mi artículo sobre los cipayos (La Primera, 30 de marzo de 2012).

Yo dije que el mariscal Henri Philippe Pétain, jefe de la república de Vichy, fue fusilado. Me equivoqué como advierte mi lector. En Vichy no hubo república sino un Estado provisional que se encargó a Pétain. Derrotado Hitler, el mariscal fue degradado, condenado a muerte por alta traición y sus bienes fueron confiscados por orden de la Suprema Corte de Justicia en 1945. Pero (aquí estuvo mi error) como tenía ochenta y nueve años, la pena de muerte fue reemplazada por cadena perpetua a cumplirse en el Fort de la Citadelle en la isla de Yeu. Ya demente senil fue trasladado en 1951 a una residencia en la isla donde murió en pocas semanas a los noventa y cinco años.

El régimen de Vichy abolió la separación de poderes. Los partidos políticos fueron disueltos. Los sindicatos fueron unificados en una  organización corporativa. El lema de “libertad, igualdad, fraternidad” que los ultraconservadores odiaban fue reemplazado por el de “trabajo, familia y patria”, que repiten los  ultraderechistas latinoamericanos. Se dictó la exclusión de masones, judíos y franceses de raza judía. Se formó una milicia de treinta mil hombres para luchar contra la Resistencia. Ciento cuarenta y nueve mil judíos fueron deportados a Alemania. Hubo setenta mil presos y los jueces dictaron diez mil sentencias de muerte.

En su libro La Europa de Hitler (Madrid, Sarpe, 1986), Arnold Toynbee reconstruyó lo que todavía se oculta: la Europa que vivió bajo el régimen hitleriano de 1939 a 1945. Recién el año pasado fueron exhibidos los archivos de la ocupación en Nueva York y en la Municipalidad de París. En su edición de febrero, Le Magazine Littéraire entrega el reportaje correspondiente. Allí se muestra que Gaston Gallimard permitió que su NouvelleRevueFrancaise sea controlada por el nacional socialismo. El sindicato de editores de libros prohibió más de mil títulos de autores comunistas, judíos, masones e ingleses entre 1942 y 1943, a la vez que hizo la lista de ciento ochenta y nueve libros a promover.

Complejo el rol de los intelectuales en ese período. Claude Levi–Strauss se exiló en Nueva York con dinero de la Fundación Rockefeller que rentaba a los antropólogos para ubicar sus petroleras en los territorios indígenas. Picasso se refugió en la pequeña ciudad de Royan. Sacha Guitry hizo una vida mundana, entrevistó a Goering, que le expresó su admiración, elaboró el proyecto de una gran película De Juana de Arco a Philippe Pétain. Colette era amiga cercana del embajador alemán Otto Abetz y su esposa. Jean Cocteau se creía más allá de la idea de patria y frecuentaba a los ocupantes.

Enrolado en el ejército, Jean Paul Sartre fue hecho prisionero por los alemanes en el campo de Stalag en 1940 y allí escribió Barioná, una pieza teatral que resaltaba la esperanza. Escribió para Comedia, periódico colaboracionista. En 1943 montó Les Mouches (Las moscas). Llenas de alusiones sofisticadas a la libertad, sus obras fueron toleradas por los alemanes. Durante la insurrección de 1944, según Camus, observaba a distancia las barricadas de Saint Germain des Prés tomando notas. André Malraux nunca tomó la resistencia en serio cuando era pobre y desarmada y se afilió a ella recién en 1944. Acabaría como ministro de Cultura con De Gaulle. Los poetas que se quedaron, como Louis Aragon y Paul Eluard, practicaron una poesía de doble sentido que circulaba clandestinamente o era repetida sin ser impresa.

En cambio, los alemanes fueron implacables con los comunistas de la resistencia. El húngaro Georges Politzery y Jacques Decour, editores de la clandestina La Pensée Libre, fueron fusilados en 1942.

Oportunismo, lenguaje codificado para iniciados, piruetas para quedar bien, heroísmo de los menos, silencio de los más, todo se hizo en ese período. Como ahora son las relaciones entre la elite y el pensamiento único que ha ocupado el sentido común: cínicos algunos, premiados hasta el hartazgo otros, unos cuantos malabaristas de las medias palabras.

En cambio, la conciencia es de minorías activas. Pero eso se paga con la marginación y la pobreza, hasta una futura y lejana liberación.

DESTACADO

Oportunismo, lenguaje codificado para iniciados, piruetas para quedar bien, heroísmo de los menos, silencio de los más, todo se hizo en ese período.


Publicado: Viernes 20 de abril de 2012 - 62 Año 2012

1 comentario

  1. El tema de Francia en la IIGM es tratado muy bien por Toynbee.
    Me parece un tema totalmente desconocido por la opinión pública.
    En general, al leer al autor, te das cuenta del inmenso desconocimiento del tema en general. Sólo hay tópicos, clichés y películas.

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