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Golpe y balance

Viernes 29 de junio de 2012 - 72 Año 2012

Héctor Béjar

El golpe contra Fernando Lugo y el nuevo e ilegal gobierno paraguayo de Federico Franco es un puñal clavado en el costado del Mercosur y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

América Latina vive una guerra de posiciones entre izquierdas y derechas.

Esta guerra se produce dentro de otra más grande que cubre el planeta. China avanza en el África con sus empresas mientras Estados Unidos despliega sus tropas, acorazados y misiles en Medio Oriente. Europa puede estar viviendo una enfermedad terminal. Inglaterra ya no cuenta. Nerviosa, Alemania se aferra a sus euros. Rusia hace el conteo de sus fuerzas después de la destrucción de 1991.

El dinero falso emitido por los bancos de Wall Street sigue saliendo de la maquinita. Pocos confían en él y todos quieren oro, oro.

La riqueza se acumula en las familias de siempre: los Rothschild, Rockefeller y similares a los que se unen los Slim y otros emergentes.

Estados Unidos provoca confrontaciones sabiendo que a los poderes emergentes no les conviene “todavía” una guerra. Ni China ni Rusia están dispuestas a una guerra total porque saben que el tiempo marcha a su favor. Esto es aprovechado por los Estados Unidos para apoderarse del petróleo de Irak y Libia y seguir avanzando en Asia para asfixiar a China.

América Latina es el territorio de una sorda disputa entre estos poderes mundiales. Todos se mueven a la captura de oro, cobre, agua y carburantes.

Con una coalición de militares, empresarios y políticos izquierdistas, Brasil se proyecta hacia el Asia a través del Perú para asociarse con China. Ésta asegura sus fuentes petroleras en Irán, Venezuela y Colombia.

Descontando Brasil, los gobiernos izquierdistas de América Latina son precarios y enfrentan intactas oligarquías terratenientes, financieras y mediáticas. Los poderes coloniales latinoamericanos saben que las izquierdas políticas no pueden tocarlos. Las multitudes están fascinadas por el rentismo, las drogas y el consumo fácil. Los grupos que protestan son minoritarios y aislados. Las elites reformistas son blandas, cuidadosas.

Los años que vienen muestran un Chávez sin sucesores, una Cuba todavía aislada con un proceso de reformas lento, una Argentina impredecible, una Bolivia siempre tumultuosa que no logra consolidar un liderazgo colectivo y nacional, un Chile congelado convertido en portaaviones inglés y norteamericano.

La trampa del populismo latinoamericano reside en que depende de la fascinación o manipulación que sus líderes pueden ejercer sobre una parte de las masas. En los años treinta del siglo pasado (Haya de la Torre, Jorge Eliécer Gaitán) el populismo se basó en la retórica oratoria y las promesas de cambio que nunca llegaron. Haya de la Torre traicionó y Gaitán fue asesinado. En los cincuenta tuvimos a Perón, el de las mil caras que dejó un movimiento similar a su multifacética personalidad.

Hoy los líderes de izquierda en los gobiernos tienen que recurrir a las políticas sociales del Banco Mundial. Treinta millones de hambrientos en Brasil y quince millones en México son tranquilizados con limosnas oficiales cada mes. En el Perú las limosnas oficiales se llaman Juntos y Pensión 65. ¿Qué sería de Lula o Rousseff sin Hambre Cero?

Las izquierdas han producido democracias limitadas, apertura hacia las mujeres y los indígenas y políticas del Banco Mundial. No es poca cosa pero tampoco es suficiente. Se precisa acabar con la dictadura banquera, empresarial y mediática. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

En el balance de fuerzas las derechas siguen teniendo el dinero, las armas, el capitalismo de consumo y la televisión.

Son dos Américas mirándose, midiendo fuerzas. Dos Américas que están condenadas a coexistir, la del reclamo por un lado y, en la otra esquina, la que ejerce una dominación injusta.

Difícil hacer pronósticos. Todo lo previsible son más tensiones, más mediciones de fuerzas, más golpes y contragolpes, más elecciones ganadas o traicionadas. Guerra de posiciones de largo plazo con final reservado.


Publicado: Viernes 29 de junio de 2012 - 72 Año 2012

1 comentario

  1. La situación ocurrida en Paraguay, amerita una reflexión más profunda. Creí encontrarla en el artículo, atendiendo a su llamativo título. Existen demasiadas dudas e inquietudes sobre cómo se ha consolidado el cambio de gobierno. Por ejemplo, por qué no ha habido una contundente movilización ciudadana en apoyo de Lugo? Por qué Lugo primero acepta la remosión y después se manifiesta que en verdad se dio un golpe de estado? Qué hilo de continuidad tiene este suceso reciente con otros similares, no sólo Honduras, Venezuela, Ecuador, sino con otros más remotos como Color de Mello, Samper, Pérez, es decir, desde los años 90? Tanto desde el punto de vista social, político, económico como constitucional, el fenómeno paraguayo debe ser abordado con seriedad, y no como una mera manifestación más de fuerzas y síntomas del poder, pues la explicación así entendida resulta simplista.

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