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¿Desarrollarse con China?

Viernes 13 de julio de 2012 - 74 Año 2012

Héctor Béjar

Que el capital extranjero signifique desarrollo, muertes o contaminación depende de cómo cada gobierno negocia sus relaciones con él. Proponer y exigir en vez de decir sí a todo.

Mientras corre sangre por un proyecto norteamericano de 4,000 millones de dólares que pretende continuar desecando las lagunas de los andes del norte peruano, otros países latinoamericanos aprovechan el dinero chino para sus problemas sociales y de infraestructura.

El centro de estudios The Heritage Foundation estima que China ha invertido o cerrado contratos por más de 260,000 millones de dólares en África, Asia y América Latina desde 2005 hasta junio de 2011. Hay de todo. Desde los proyectos contaminantes hasta los que contribuirán al desarrollo de extensas regiones.

Financiada por 8,000 millones de dólares en créditos, Rusia comenzó el año pasado a suministrar petróleo a través del oleoducto de mil kilómetros Siberia Oriental-Océano Pacífico con el cual bombeará a Daqing, en el noreste de China, quince millones de toneladas de crudo anuales durante los próximos veinte años.

Una reciente negociación por 2,000 millones de dólares permitirá a China comprar cien millones de barriles de crudo, setenta y cinco por ciento del petróleo ecuatoriano ya existente. Ese dinero servirá para financiar los proyectos ecuatorianos de desarrollo. Las exigencias ambientales y de impuestos del gobierno de Ecuador han alejado la minería de oro. El resto del petróleo quedará bajo tierra.

La estada de Juan Manuel Santos en mayo de este año en China concluyó en el financiamiento de un oleoducto que permitirá la salida del crudo colombiano y venezolano a través del océano Pacífico hasta las costas del gigante asiático. Costará 8,000 millones de dólares y estará listo en 2018 para abastecer a China con seiscientos mil barriles diarios de crudo.

Entre 2006 y 2010 China importó de Venezuela veintisiete millones de toneladas de crudo y diecinueve millones de toneladas de carburantes. El país asiático tiene doscientos proyectos en Venezuela que significan 30,000 millones de dólares en créditos para agricultura, ciencia y tecnología, aeronáutica, cultura, vivienda y desarrollo industrial con el objetivo de crear una amplia clase media.

En Colombia, un proyecto ferroviario de ocho mil millones de dólares unirá Cartagena, en el mar Caribe, y Buenaventura, en el océano Pacífico. Corriendo a doscientos veinte kilómetros por hora, el ferrocarril incorporará al desarrollo terrenos inundables y tres cadenas montañosas para recuperar una región marcada por la violencia y el narcotráfico.

Según Enrique García, presidente ejecutivo de la Corporación Andina de Fomento (CAF), los países que más han aprovechado sus relaciones comerciales con China para desarrollarse son Chile, Argentina y Venezuela.

Hay que seguir con atención los próximos cambios en la política china.

La primera generación de dirigentes fue la encabezada por Mao Zedong, la segunda por Deng Xiaoping y la tercera por Jiang Zemin.

Según los comentaristas occidentales existirían los “tuanpai”, núcleo de una “coalición populista” contrapuesta a la “coalición elitista” de Shanghai. El XVIII Congreso del Partido Comunista a realizarse en octubre de este año definirá los grandes lineamientos de la política china. Allí habrá que elegir una nueva generación de dirigentes.

Mientras tanto, el primer ministro Wen Jiabao asistió a Río+20 en Brasil y visitó además Argentina, Uruguay y Chile. El objetivo de su estrategia económica es que el crecimiento dependa del consumo de los chinos. Hacer que gasten más y ahorren menos. Como la principal causa de la alta tasa de ahorro de las familias chinas es la inseguridad social, Wen quiere reconstruir un sistema de bienestar público y seguridad social accesible.

La “sociedad socialista armoniosa” de Wen busca amenguar o evitar las contradicciones sociales y contrasta con la “teoría de las tres representaciones” de Jiang Zemin, cuya preocupación era legitimar una clase capitalista.

Finalmente, no olvidemos que dos países de altos ingresos per cápita como Panamá o Costa Rica lo han logrado sin petróleo y sin minas. Panamá con liberalización financiera y Costa Rica con educación y ecología. Un mundo mejor es posible sin minería contaminante.


Publicado: Viernes 13 de julio de 2012 - 74 Año 2012

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