Presente y pasado
9 de agosto de 2013 - No. 126 - Año 2013
Héctor Béjar
América Latina es cruzada hoy por influencias y estrategias opuestas, en un mundo de sordas tensiones y guerras abiertas y subterráneas.
En la XII cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), realizada en Guayaquil el 30 de julio, Rafael Correa se ha constituido en el líder de este grupo de países, sustituyendo a la conducción extinguida de Hugo Chávez. Menos emotivo, más cerebral, más técnico, no viene de las fuerzas armadas ni de la política sino de la academia y la tecnocracia. Correa es igualmente radical que Chávez, con la misma visión de futuro, pero es menos sonoro y más sistemático.
Creada en 2001 como una alternativa al ALCA de Bush, el ALBA se ha ido concretando con Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y Santa Lucía. Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales, Nicolás Maduro, Raúl Castro y los jefes de Estado del Caribe forman un cónclave director, ideológicamente homogéneo. El bloque no es menor: un PBI de 600,000 millones de dólares y más de ochenta millones de habitantes. La influencia petrolera de Venezuela se extiende por el Caribe inglés y llega hasta el Caricom en las narices de Estados Unidos, mientras Cuba acompaña con sus médicos, sus educadores y su experimentada asesoría estratégica. Haciendo de foco político, el ALBA se enlaza con el Mercosur a través de Venezuela, completando su alianza con Argentina y Brasil.
En lo programático, el ALBA opta por un camino autónomo e industrializador, y un sistema unificado de compensación regional, el SUCRE, que constituye una visión diferente a la del neoliberalismo que crea zonas de comercio libre pero a la vez de hambre, explotación y pobreza; y que pone el acento en los negocios pero no en la justicia. Se ha propuesto la creación de una zona libre de analfabetismo y pobreza; la constitución de una fuerza de integración económica; y acciones conjuntas para defenderse en los centros de arbitraje de las transnacionales.
Mientras tanto, la Alianza del Pacífico -Chile, Colombia, Perú y México como integrantes, Costa Rica y Panamá todavía como observadores- pretende abrirse hacia el oriente manteniendo el forado de sus TLC con Estados Unidos.
Más allá de los discursos, lo real va por la vía del IIRSA, la base estructural y caminera de la integración, que continúa avanzando liderada por Brasil para comunicar Atlántico y Pacífico con China. Complementando el esfuerzo en Centroamérica, se proyecta un nuevo canal interoceánico por Nicaragua, se amplía el canal de Panamá y se diseña rápidas comunicaciones ferroviarias entre el Pacífico y el Atlántico colombiano con multimillonario financiamiento chino para aprovisionar el oriente con el petróleo colombiano y venezolano. Venezuela y Bolivia son una potencia gasífera que coordinará con la otra potencia energética que es Rusia. El Gran Gasoducto que comunique Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina será la base energética del Mercosur.
La integración del ALBA con el Mercosur toma sentido con el surgimiento de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el futuro del mundo, mientras Europa y Estados Unidos decaen. Pero no puede subestimarse la potencia militar de Washington: mil bases militares alrededor del mundo, decenas de portaaviones y seiscientas bombas atómicas B83 de 1.2 megatones. No se trata de enfrentamientos: América Latina quiere un lugar digno en un mundo justo.
Es el tiempo de la autonomía y la integración que solo es posible si es complementada con las potencias emergentes. La vergonzosa época del panamericanismo en que nada se hacía sin la presencia y permiso de la Casa Blanca ha quedado en un pasado que nunca debería repetirse. La integración de la nueva América Latina no puede ser políticamente neutra, porque es el reencuentro del siglo XXI con el sueño de Manuel Belgrano, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Martí y José Vasconcelos: una raza espiritual, cósmica, una sola nación libre, justa y abierta al mundo.
Héctor Béjar
www.hectorbejar.com
Publicado: 9 de agosto de 2013 -
No. 126 - Año 2013
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