Inglaterra de pie
18 de julio de 2014 - No. 172 - Año 2014
Héctor Béjar
Cientos de miles de personas se unieron a las manifestaciones, piquetes y marchas del sector público que tuvieron lugar durante el 10 de julio a lo largo de Inglaterra y Gales. Maestros, empleados de las escuelas, bomberos y trabajadores de limpieza pública salieron a las calles para protestar contra la disminución de los salarios reales y la caída de los estándares de vida.
La huelga fue parte de la más grande cadena de acciones que ha tenido lugar en años recientes en el Reino Unido. Fue una demostración más de lo aislado que está el sistema político del mundo social. Los conservadores en el gobierno planean endurecer las leyes contra el derecho a la huelga. Los laboristas se negaron a respaldarla.
David Cameron está planteando que para que una huelga sea legal debe contar con la aprobación de la mayoría de trabajadores de cada empresa o institución y no solo de cada asamblea. El proceso sería tan complicado y lento que haría imposibles las huelgas.
Si los sindicatos son obligados a cumplir una valla tan alta, la misma regla debería ser aplicada a los representantes, dicen los trabajadores. Muchos integrantes en la Cámara de los Comunes han sido elegidos por votaciones menores al cincuenta por ciento del electorado.
Los laboristas se negaron a respaldar la huelga. Los líderes de los sindicatos criticaron al Partido Laborista. Es tiempo de que los laboristas cambien su mentalidad, dijo Dave Prentis, líder de la Unison, una de las centrales convocantes.
Las diferencias entre laboristas y conservadores son imperceptibles desde que Anthony Blair llevó hacia la derecha y los empresarios capitalistas al viejo laborismo inglés basado en los sindicatos.
En Londres, miles de trabajadores descendieron hacia la Trafalgar Square. Los bomberos se unieron a la manifestación bajo el lema: “Nosotros salvamos a las vidas no a los bancos”. Charles Brown, un bombero londinense, dijo a The Guardian: “Ellos quieren que trabajemos más años, quieren pagarnos menos y nos piden cotizaciones más altas para nuestras pensiones. No tenemos más remedio que defendernos”.
Cientos de escuelas, museos y galerías de arte fueron cerrados durante el jueves 10, día del paro. En Bristol fueron suspendidos los entierros y las cremaciones.
El gobierno argumenta que es necesario mantener bajos los salarios del sector público para pagar las deudas del Estado.
En 2013, la deuda pública inglesa llegó casi a los dos millones de millones de euros. Era seiscientos treinta millones de euros en 2003, antes de la crisis bancaria y el salvataje de los bancos. El salvataje hizo engordar a la City de Londres mientras el Estado siguió enflaqueciendo. Y los trabajadores deben pagar las cuentas que ellos no crearon. Los 86,000 millones de euros con los que el Banco de Inglaterra pretende reactivar la economía irán a los empresarios pero no a los trabajadores.
En vez de cambiar su política, los conservadores amenazan con cambiar la ley sobre huelgas, convirtiéndolas en ilegales. Los conservadores han incrementado sus ataques a los sindicatos. Francis Maude, uno de los ministros, pidió a los padres y madres de familia reemplazar voluntariamente a los maestros para romper la huelga en las escuelas.
Más de cuatrocientos mil trabajadores del sector público ganan menos de lo indispensable para vivir. Los maestros han perdido quince por ciento de su salario real. El alza en el costo de vida se ha comido largamente los aumentos de salarios.
El gobierno conservador ha anunciado que no moverá los salarios al menos hasta el 2018. Y cambiarán las leyes para hacer imposible una huelga legal. Puede que el paro del jueves 10 sea el último acto en una Inglaterra que se desliza hacia una abierta dictadura económica y política.
Muchos trabajadores empiezan a decir que si los laboristas no los apoyan ellos actuarán con sus propias fuerzas.
La acción colectiva incluye, entre otras, a las organizaciones Unison (Unión de trabajadores del servicio público), Unite (trabajadores de las industrias), GMB, de ciento treinta años de antigüedad, y la Unión de Servicios Públicos y Comerciales.
Héctor Béjar
www.hectorbejar.com
Publicado: 18 de julio de 2014 -
No. 172 - Año 2014
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