Tabaco, salud y comercio
31 de octubre de 2014 - No. 187 - Año 2014
Martin Khor
Fumar es la principal causa evitable de muerte. Cada año mueren seis millones de personas por el consumo de tabaco y este número se elevará a ocho millones en 2030. Casi doscientos países firmaron el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco y están obligados a adoptar medidas para frenar su consumo.
Pero la industria ha no se quedado quieta. Philip Morris, la mayor empresa tabacalera del mundo, ha llevado a Uruguay y Australia a los tribunales en virtud de los tratados bilaterales de inversión, reclamando miles de millones de dólares en compensación por las medidas adoptadas por los dos países, que exigen que los envases de cigarrillos incluyan advertencias en gran tamaño, mientras que el logotipo de la marca debe ser pequeño.
Según tratados comerciales como el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), las empresas pueden demandar a los gobiernos alegando pérdida de beneficios como resultado de medidas políticas.
Ahora las buenas noticias. Muchos gobiernos están respondiendo al ataque de los intereses tabacaleros. Malasia ha asumido el liderazgo en dos frentes importantes: el Convenio Marco para el Control del Tabaco y el TPP. Organizaciones de la sociedad civil, como el Consejo Malasio para el Control del Tabaco y la coalición Bantah, actuaron con las autoridades gubernamentales de salud y comercio para impulsar la exclusión de las medidas de control del tabaco de todas las disciplinas del TPP.
La iniciativa de Malasia fue bien recibida por grupos internacionales de salud, el New York Times instó al gobierno de Estados Unidos a apoyarla e incluso la respaldaron los fiscales generales de varios estados estadounidenses. Sin embargo, esta posición no es aceptable para Washington, que propone un tipo de exclusión más débil.
La semana pasada, Malasia encabezó un movimiento en la Conferencia del Convenio Marco para el Control del Tabaco procurando impedir que los acuerdos comerciales y de inversión sean utilizados por la industria tabacalera para bloquear medidas contra el tabaquismo. Presentó un proyecto de decisión que expresa su preocupación por el uso de normas comerciales y de inversión por parte de la industria tabacalera con el fin de socavar la aplicación de las medidas del Convenio, así como por la forma en que esta industria malgasta tiempo y recursos en sus intentos de desafiar las medidas de control de los gobiernos.
El proyecto de decisión pide a los gobiernos que exploren opciones para evitar que la industria tabacalera abuse de las reglas de comercio e inversión, y que en las negociaciones comerciales enfrenten de forma unificada a los productos del tabaco, de conformidad con el Convenio.
El proyecto también pidió a los gobiernos que apoyen los esfuerzos por excluir el tabaco de los acuerdos comerciales y de inversión, y pidió a la Secretaría del Convenio que elaborara un informe sobre el impacto de las normas comerciales y recomendara mecanismos para salvaguardar las medidas de control del tabaco.
Ésta fue la primera vez que el Convenio tuvo futuros acuerdos comerciales y de inversión en su orden del día.
Aunque la propuesta de Malasia recibió un amplio apoyo, varios grupos rechazaron una decisión que sugiriera expresamente la “exclusión” de los productos del tabaco en las negociaciones y reglas comerciales.
Como la conferencia adopta las decisiones por consenso, la decisión final omitió el término “exclusión”. En su lugar, se les recordó a las partes que en la negociación de acuerdos comerciales y de inversión tuvieran en cuenta sus objetivos en materia de salud pública. Los otros puntos propuestos por Malasia fueron adoptados, aunque en forma diluida.
En general, el resultado es positivo. Ahora se ha instalado en las futuras agendas el tema de cómo las empresas tabacaleras hacen uso de los acuerdos comerciales y de inversión para amenazar a los gobiernos procurando que no adopten medidas contra el tabaquismo. La decisión puede ser utilizada como guía por los responsables políticos cuando sus países negocien estos acuerdos, recordándoles que debe darse prioridad a la protección de la salud pública.
Mientras tanto, crece la oposición al tipo de sistema en que el inversionista puede demandar al Estado, el cual permitió a Philip Morris reclamar miles de millones de dólares a Uruguay y Australia.
Uruguay fue demandado por exigir que las imágenes de advertencia sanitaria en los envases de cigarrillos deban ser ampliadas hasta ocupar un ochenta por ciento del espacio. En su defensa de quinientas páginas, según un artículo de The Independent, el gobierno uruguayo alegó que tenía el deber de salvaguardar la salud de sus ciudadanos y estaba cumpliendo con el tratado de la OMS para el control del tabaco. Después de la campaña de Uruguay contra el tabaquismo, la tasa de fumadores entre los adultos se redujo de cuarenta por ciento en 2005 a veintitrés por ciento en la actualidad. (Ver recuadro.)
Philip Morris interpuso un caso similar contra Australia, por haber prohibido la inclusión de logotipos en los envases de cigarrillos. Según la empresa tabacalera, esto restringe su derecho al uso de su marca comercial para la venta de sus productos.
Varios países observan qué se decide en estos dos casos, ya que también pueden ser demandados si introducen medidas similares.
Desde la perspectiva de la salud pública, el uso indebido de las normas comerciales y de inversión por parte de la industria tabacalera y sus aliados con el objetivo de promover sus productos letales es inaceptable. Promover el consumo de tabaco es inmoral y los gobiernos tienen la responsabilidad de detenerlo.
Según la OMS, el tabaco mata hasta la mitad de los fumadores, lo que representa casi seis millones de personas por año. Más de cinco millones de esas muertes son el resultado de la utilización directa del tabaco, mientras que más de seiscientas mil corresponden a la exposición indirecta de los no fumadores. Si no se adoptan medidas urgentes, advierte la OMS, la cifra anual de muertes por esta causa podría aumentar a más de ocho millones en 2030.
Casi el ochenta por ciento de los mil millones de fumadores del mundo viven en países en desarrollo. Aquí es donde la industria espera encontrar sus futuros mercados. Aprovecharse de la opinión pública es malo, pero hacerlo en sus sectores más vulnerables es inadmisible.
Con suerte, las iniciativas que comenzaron en el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS se acelerarán y darán frutos, y los negociadores en el TPP excluirán el tabaco de sus reglas.
Martin Khor es Director ejecutivo del Centro del Sur.
Publicado: 31 de octubre de 2014 -
No. 187 - Año 2014
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