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Mundo que se hunde

7 de noviembre de 2014 - No. 188 - Año 2014

Héctor Béjar

Según un informe oficial de la República Popular China, cincuenta ciudades de ese país se están hundiendo. Han aparecido agujeros en el suelo capaces de tragar a personas y casas enteras. Shanghai se hunde centímetro y medio cada año. Sus rascacielos muestran grietas en las estructuras. La rápida industrialización dejó inservibles para el consumo humano las aguas superficiales. Recurrieron entonces al agua subterránea y ahí tienen el resultado.

Tao Quing-Fá, del Ministerio Chino de Suelo y Recursos, ha explicado: “Hemos sacado demasiada agua de las capas subterráneas y falta presión para que pueda sujetar el suelo”. Se está reinyectando agua en el subsuelo, para que pueda soportar el peso de los edificios.

En 2012, el topógrafo Yehude Bock, del Instituto de Oceanografía de la Universidad de San Diego, California, publicó un estudio en Geochemistry, Geophysics, Geosystems, la revista de la American Geophysical Union, asegurando que el hundimiento de Venecia es irremediable. El nivel del mar se sigue elevando ocho centímetros cada veinte años con el calentamiento de las aguas, y el suelo se hunde más deprisa de lo previsto, cuatro centímetros en el mismo período.

Bogotá se va deprimiendo por la extracción de agua subterránea, según un estudio de Guillermo Ávila, coordinador de geotecnia de la Universidad Nacional de Colombia. Se dice que la zona industrial del occidente se hunde 7.5 centímetros por año. Los sótanos quitan presión y los edificios altos incrementan el hundimiento con su peso. Se pone nuevos escalones para cubrir la diferencia entre el primer piso original y el suelo real.

La construcción de viviendas en las montañas impide que se filtre el agua hacia las zonas más bajas para mantener la presión. La construcción del metro implicará la excavación de grandes cantidades de tierra y la pérdida de presión del agua.

La extracción abusiva de las aguas subterráneas y el crecimiento desordenado de Yakarta, la capital de Indonesia, pueden causar que la ciudad se inunde en el 2050, en una catástrofe que afectará a millones de personas, especialmente a los más pobres que se aglomeran en la costa y junto a los canales. Como se hunde unos cinco centímetros al año, gran parte de la ciudad se inundará en cuatro décadas, asegura Hong joo Hahm, especialista en infraestructuras del Banco Mundial en Indonesia.

Un informe del Banco Mundial estima que cerca del cuarenta por ciento de la capital indonesia se encuentra entre un metro y un metro y medio por debajo del nivel del mar. La ciudad ha pasado en los últimos cuarenta años de los cinco a los veinticinco millones de habitantes.

A causa del cambio climático, las lluvias son cada vez más abundantes. El sistema de canalizaciones funciona a la mitad de su capacidad original porque la basura y los sedimentos de los ríos colapsan los canales. Por eso el agua no tiene salida al mar.

Un estudio dirigido por Gilles Erkens, investigador de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) y coordinador del Programa Deltares (sobre los deltas de los ríos), ha observado que en Yakarta, Ho Chi Minh y Bangkok el hundimiento es hasta diez veces más veloz que el aumento del nivel del mar. Lo mismo se observa en Nueva Orleans (Estados Unidos), Dakha (Bangladesh) o Manila (Filipinas). Los Países Bajos se hunden de dos a ocho milímetros por año.

Desde 1900, Tokio se hundió 4.2 metros, pero el proceso se ha detenido tras restringirse la extracción de agua subterránea. México, Bandung (Indonesia) o Kathmandú (Nepal), son ciudades construidas sobre antiguos lechos de ríos o lagos.

Inglaterra también se hunde. Sus casas y ríos, autopistas y aeropuertos van acercándose al nivel del mar. En cambio Escocia está cada vez más alta. El Big Ben también se está hundiendo e inclinando. Londres está asentada sobre arcillas.

En Escandinavia, el hundimiento es de un centímetro por año.

En el mundo de hoy no solo se hunden las economías de los pobres. También los espacios donde viven y las esperanzas en una sociedad distinta. A no ser que algo inesperado acontezca en el camino.

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com


Publicado: 7 de noviembre de 2014 - No. 188 - Año 2014

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