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El INEN

19 de diciembre de 2014 - No. 194 - Año 2014

Héctor Béjar

Es generalizada la creencia en que los servicios de salud en el Perú y América Latina son de calidad pésima y cantidad insuficiente. Esta convicción surge de nuestra estremecedora realidad comprobable todos los días en la región latinoamericana, con excepción de Cuba y quizá Uruguay y Costa Rica.

Esta creencia coexiste con otra que concede a lo privado ser sinónimo de eficiencia. Ambos consensos, estatal igual fracaso, privado igual calidad y éxito, sirven de respaldo y pretexto para que el neoliberalismo y la corrupción que lo acompaña siempre aprovechen para cometer uno de los crímenes más repudiables de esta época: traficar con la salud y vender hospitales a grupos de negociantes capitalistas. Cosa parecida está sucediendo en Europa.

No es cierto que lo estatal sea deficiente y lo privado eficiente. Existen servicios pertenecientes al Estado que son eficientes y pueden ser mostrados cual modelos de gestión.

Soy en estos momentos un paciente neoplásico. Durante parte de mi vida académica me dediqué a estudiar la política y la gestión social. Hoy internado en el Instituto de Enfermedades Neoplásicas del Perú (INEN), me encontré con este inesperado y sorprendente caso de excelencia. En un medio como el nuestro donde los servicios sociales están tan deteriorados, éste es un caso asombroso de tratamiento integral a los pacientes, entrenamiento de personal altamente calificado en todas sus funciones y niveles. Y una cultura institucional de trabajo diario que he podido comprobar.

En medio de tanta corrupción en nuestro país, el Perú, estos ejemplos de excelencia deben ser conocidos y destacados. Hay que decirlo.

El INEN es estatal. Es un organismo público ejecutor del sector salud. Su creación data de los años treinta.

En 1939, el mundo se encaminaba hacia la confrontación entre los aliados y el Eje nazifascista. Dos décadas antes, la revolución rusa había dado curso al primer sistema de seguridad social de la historia, al crear el Comisariado del Pueblo para la Asistencia Social, dirigido por Alexandra Kolontai.

En los años treinta, después del crack de Wall Street, Franklin Delano Roosevelt creó la seguridad social en los Estados Unidos, pero no pudo concretarla por la oposición conservadora.

En esos mismos años, el gobierno de Hitler impulsó la seguridad social en Alemania. En su obsesión por una Alemania sana y pura, prohibió la caza de animales, hizo el primer estudio sobre tabaquismo, leyes contra la vivisección de animales, campañas contra el tabaco. La degeneración vino después.

Era el clima de una época en que nadie se atrevía a discutir la necesidad de contar con una seguridad social pública. Para evitar la influencia rusa, el sistema capitalista, fascista y no fascista, empezó a organizar modalidades diversas de seguridad social.

En el Perú, las familias ricas, hispanistas y admiradoras de Francisco Franco, rodearon al general Oscar R. Benavides para que las salve del aprismo y el comunismo.

En el Ministerio de Salud y Previsión Social, Benavides colocó al médico Guillermo Almenara Irigoyen, especializado en bacteriología y enfermedades tropicales. Almenara había hecho estudios sobre la leche que se vendía en Lima, fundó uno de los primeros laboratorios y fue, junto con Edgardo Rebagliatti y Juan José Calle, uno de los autores del primer proyecto de seguridad social.

Benavides instaló el Seguro Social Obrero para que los trabajadores no sean contaminados por el radicalismo.

El 11 de mayo de 1939 se creó el Instituto Nacional del Cáncer y se colocó la primera piedra de un hospital dedicado a la cura exclusiva de esta enfermedad. Con una rapidez inusitada, el 4 de diciembre de ese mismo año fue inaugurado el hospital. Pasaron los años y ahora tenemos al INEN.

En 2012, el cáncer causó la muerte de ocho millones de personas en el mundo (según datos de la Organización Mundial de la Salud). El Plan de Acción Global para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles 2013-2030 tiene como objetivo combatirlo. El INEN es todo un ejemplo a seguir en ese aspecto. Repito, es necesario decirlo.

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com


Publicado: 19 de diciembre de 2014 - No. 194 - Año 2014

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