Los TLC en la era Trump: lo peor de ambos mundos
9 de diciembre de 2016 - No. 289 - Año 2016
Martin Khor
Donald Trump ha mantenido al mundo en vilo con sus pronunciamientos sobre temas comerciales. Por lo pronto, parece que mantendrá su promesa electoral de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Aplicada al comercio, su consigna “Put America First” (poner a América primero) podría conducir a políticas proteccionistas.
El presidente electo ha amenazado con aumentar los aranceles hasta en un 45% a los productos provenientes de México y China. Y para preparar el terreno adelantó que calificará al gigante asiático como país “manipulador de divisas”, lo que podría desencadenar una peligrosa guerra comercial.
Pero hay buenas razones para que Trump abandone también esta idea. Para empezar, el gobierno chino está tratando de evitar -y no de alentar- la caída del yuan. En segundo lugar, las medidas comerciales por motivos monetarios viola las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Por último, Beijing advirtió que tomaría represalias. (Podría cancelar la compra de aviones Boeing, restringir las ventas de automóviles y teléfonos celulares i-Phone en el mercado chino, y suspender las importaciones de soja y maíz estadounidense.)
En lugar de un aumento arancelario general, Trump podría utilizar medidas comerciales correctivas contra varios productos chinos, alegando dumping. Incluso si la OMC las considera injustificadas, no se imponen sanciones al país transgresor, mientras que el agraviado perdería ingresos por exportaciones durante varios años.
Pero si Trump adopta este tipo de medidas, también cabe esperar una reacción tipo “ojo por ojo” que conduzca a una espiral proteccionista mundial, lo que no sería bueno para nadie.
En todo caso, se espera un cambio radical en la política sobre los TLC. Mientras Trump calificó al TPP y el TLCAN de desastre para Estados Unidos, anunció que “negociaría acuerdos bilaterales justos que traigan nuevamente puestos de trabajo y actividad industrial”, lo que sería neomercantilista y contrario al libre comercio, pero en sintonía con su consigna populista de “poner a América primero”.
Trump cabalgó hacia su victoria en este delirio anti TLC. Por lo tanto, es un buen momento para hacer una evaluación.
Los TLC se volvieron impopulares no solo por el temor a las importaciones baratas que amenazan a los productos y puestos de trabajo nacionales, sino porque se han visto sobrecargados con numerosas cuestiones no comerciales, como normas de inversión (por ejemplo, concesión a inversionistas extranjeros para demandar al gobierno anfitrión ante un tribunal internacional), normas de propiedad intelectual (que provocan el aumento de precios de los medicamentos), apertura de la contratación pública a empresas extranjeras y liberalización del sector servicios.
El peligro radica en que los nuevos TLC anunciados por Trump sean peores incluso que los existentes y terminemos con un tipo de acuerdos “América primero” en los que Estados Unidos pueda frenar sus importaciones y defender sus exportaciones, fortaleciendo a la vez las cuestiones no comerciales que benefician a sus empresas contra los intereses de los países socios.
Esto sería lo peor de ambos mundos, al menos para los países en desarrollo.
Martin Khor es director ejecutivo del Centro del Sur.
Publicado: 9 de diciembre de 2016 -
No. 289 - Año 2016
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