Intervenciones peligrosas
27 de octubre de 2017 - No. 329 - Año 2017
Martin Khor
El mundo es un caos y la situación ha empeorado con las intervenciones militares de las potencias occidentales en algunos países. Realizadas con el supuesto propósito de proteger a los ciudadanos de sus propios gobiernos dictatoriales, las fuerzas políticas que los sucedieron suelen comportarse más brutalmente incluso que los tiranos derrocados.
Esto es lo que ha ocurrido en Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen.
Las razones esgrimidas para la intervención son siempre nobles. Pero las verdaderas resultan bastante diferentes: lograr un cambio de régimen en el país intervenido y promover allí los intereses de las potencias interventoras.
El desastre causado por las intervenciones militares es el tema del libro Perilous Interventions (Intervenciones peligrosas), del eminente diplomático indio Hardeep Singh Puri, representante permanente ante la ONU cuando India fue miembro del Consejo de Seguridad en 2011 y 2012.
El uso de la fuerza ha tenido invariablemente consecuencias no deseadas y sobre todo desastrosas, dice Puri. En el centro de esto se encuentran las «intervenciones peligrosas», con consecuencias de largo alcance, y el impulso de intervenir mediante la fuerza, a menudo con el objetivo no declarado de lograr un «cambio de régimen».
Era evidente desde hace años que la intervención militar y el armamento de los grupos rebeldes crearían un caos sin precedentes y tendrían como resultado el desmantelamiento del Estado en los países intervenidos, dice Puri. Cuando ha habido un cambio de régimen, los gobiernos débiles se vieron secuestrados por extremistas violentos y el Estado derrumbado fue reemplazado por el reino del terror.
El dictador libio Muammar Gaddafi pidió a las potencias occidentales que evitasen la intervención porque Al Qaeda estaba ganando terreno. Pero su advertencia fue ignorada y poco después de ser derrocado, la mayor parte de Libia quedó en manos de grupos vinculados a Al Qaeda.
En su libro, Puri formula varias propuestas. En primer lugar, considera necesario que la comunidad internacional al menos reexamine en el futuro la forma en que se ocupa de estos países y situaciones. La ONU y el Consejo de Seguridad no deben ser utilizados para legitimar acciones militares unilaterales, sostiene. En cambio, deben contrarrestarse de manera holística a los enemigos reales: el extremismo y el terrorismo.
El autor aborda con detenimiento la doctrina de la Responsabilidad de Proteger (R2P), adoptada por la ONU en 2005 para responder a genocidios, crímenes de guerra, limpieza étnica y crímenes de lesa humanidad. Bajo esta doctrina, aprobada ante el sentimiento de culpa por no haber prevenido las atrocidades ocurridas en Ruanda y Srebrenica en los años 90, el Consejo de Seguridad puede autorizar la intervención en un país determinado si cree que hay probabilidades razonables de que ocurran atrocidades en masa.
Puri defiende que la doctrina de la Responsabilidad de Proteger (R2P) se complemente con el principio de Responsabilidad mientras se Protege (RwP). Esto podría contemplar un mecanismo para revisar la implementación del mandato del Consejo de Seguridad, la presentación de informes de los Estados miembros que implementan el mandato y una comisión encargada de investigar las violaciones.
El libro de Puri es muy oportuno ya que las lecciones que presenta parecen no haber sido aprendidas, como revela la agresiva postura de Donald Trump contra Corea del Norte, Irán y Venezuela. Alguien debería acercarle Perilous Interventions, o al menos un resumen de dos páginas. Podría salvar muchas vidas.
Martin Khor es director ejecutivo del Centro del Sur, una organización intergubernamental de países en desarrollo, con sede en Ginebra.
Publicado: 27 de octubre de 2017 -
No. 329 - Año 2017
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