El dólar herido de muerte
Viernes 05 de agosto de 2011 - 30 Año 2011
Carlos Bedoya
Hacia la unidad monetaria sudamericana
El Congreso llegó a un acuerdo para aumentar el endeudamiento y así salvar, al menos por ahora, a Estados Unidos del default y al mundo de una catástrofe económica. Pero la confianza en el dólar y en los bonos del tesoro estadounidense está mellada. Para proteger las reservas internacionales, América del Sur debe acelerar una nueva arquitectura financiera regional que incluya unidad monetaria.
Luego del pánico mundial que generó la posibilidad de que la economía más grande del mundo pierda su calificación AAA (excelente o de riesgo mínimo), el dólar ya se queda casi sin piso para seguir siendo la moneda de reserva mundial. Y eso lo va a cambiar todo.
Lo que ha ocurrido en las últimas semanas, en que la incertidumbre por la falta de acuerdo en el Congreso de Estados Unidos entre republicanos y demócratas para elevar al menos en dos billones de dólares más el nivel de endeudamiento de 14.3 billones a fin de hacer frente a sus obligaciones financieras, puede verse como la primera llamada para subirnos al avión que nos conducirá a un nuevo orden monetario mundial.
Si Estados Unidos caía en cesación de pagos el 3 de agosto, no le hubiera quedado más remedio a Moody´s, Standard & Poors y Fitch, las tres agencias calificadoras de riesgo más importantes del mundo, que bajarle la nota de AAA a C (economía en default), con lo que los bonos del tesoro estadounidense perderían valor rápidamente y los tenedores de los mismos empezarían a deshacerse de ellos. El dólar sufriría una fuerte devaluación y el refugio de inversionistas sería el oro y los contratos de futuros de los commodities como petróleo y alimentos, con el consecuente aumento de su precio en perjuicio de la población mundial.
Los más golpeados serían los países con mayor porcentaje de sus reservas internacionales en bonos estadounidenses. China está a la cabeza con 1.16 billones de dólares y Japón con 910,000 millones. América Latina en conjunto tiene 700,000 millones: Brasil 335,000 millones, México 131,000 millones, Argentina 51,000 millones, Perú 47,000 millones, Chile 34,000 millones y Venezuela 28,000 millones.
En suma, el golpe para el mundo, incluida nuestra región, sería muy fuerte. Es por ello que se debe tomar esta primera alerta como una oportunidad para acelerar la construcción de la institucionalidad regional que nos permita estar preparados ante una crisis de proporciones del dólar.
Felizmente, la mayor parte de gobiernos sudamericanos vienen caminando desde el 2007 en la construcción de una nueva arquitectura financiera regional. Si bien ha sido a paso lento -sólo una de sus tres patas, el Banco del Sur, ha sido creada y aún no está operativa-, todo indica que este proceso se puede acelerar.
La Declaración de Quito, suscrita en mayo del 2007 por Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay y Venezuela, habla, además de una banca de desarrollo propia, de un Fondo de Estabilización Monetario y un Sistema Monetario Sudamericano.
En el Fondo se guardarían las reservas internacionales de los países en una divisa fruto de una canasta de monedas de la región, lo que incluso permitiría crear un sistema de emisión de bonos.
La Unidad Monetaria Sudamericana Tomándole la palabra a esta Declaración, la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd), ha venido promoviendo, junto con expertos en finanzas internacionales como el economista Oscar Ugarteche, la creación de la Unidad Monetaria Sudamericana a fin de concretar la propuesta de un sistema monetario común.
Según Latindadd, la principal justificación de la Unidad Monetaria Sudamericana radica en que el dólar ha estado perdiendo su valor debido a la gran deuda externa acumulada por Estados Unidos. Los acontecimientos recientes ratifican este análisis.
No tenemos la seguridad sobre el valor del dólar en el futuro, lo que se traduce en incertidumbre para realizar diversas operaciones, entre ellas, las transacciones comerciales. Eso puede llevar a que los exportadores reciban menos dinero por sus productos o que los importadores tengan que pagar más de su propia moneda por la misma cantidad de dólares que habían estimado en un inicio.
Asimismo, existe un mayor dinamismo en el comercio exterior sudamericano. Compramos y vendemos bienes y servicios entre nuestros países mucho más que antes. Sin embargo, este intercambio comercial podría ser mucho mayor y más barato si dejáramos de usar el dólar como medio de pago.
La propuesta La propuesta de la nueva moneda se fundamenta en el hecho de que las operaciones cambiarias y los costos derivados de éstas pueden evitarse usando una unidad de cuenta entre un grupo de países que van a comerciar entre sí.
En mayo de 2007, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, formuló la Declaración de Quito, en la que los mandatarios firmantes propusieron “avanzar en el desarrollo de un sistema monetario regional que podría iniciarse con el comercio bilateral en monedas domésticas, tal como lo están haciendo Brasil y Argentina”.
Junto con esto se planteó también la idea de un banco regional de desarrollo, el Banco del Sur, con lo cual se sumaban más elementos que daban pie para la creación de una unidad monetaria que permita un comercio intrarregional mucho más fluido y menos costoso al no tener ya que pasar por una tercera moneda como el dólar.
Por otro lado, los flujos comerciales dentro de América del Sur crecen rápidamente incluso para los países que han optado por firmar tratados de libre comercio con Estados Unidos, como Chile, Perú y Colombia. Los países industrializados van perdiendo importancia como destino de nuestras exportaciones, sobre todo después de la crisis del 2008.
El uso de un sistema de pagos en moneda nacional, como vienen haciendo Brasil y Argentina desde el 3 de octubre del 2008, y más recientemente los países de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) desde febrero del 2010 con la primera operación de compra-venta entre Cuba y Venezuela con el Sistema Unitario de Compensación Regional (Sucre), abarata costos porque se termina con la intermediación de una tercera moneda. Cuando el comercio es entre dos partes, las referencias de precios pueden ser sencillas de calcular estableciendo un tipo de cambio de una moneda a la otra.
Sin embargo, cuando se quiere ampliar a tres o más monedas, lo útil es tener una canasta de monedas de la región donde se comercia y establecer una referencia de precios mediante una unidad de cuentas en común que permita hacer los pagos en moneda nacional.
El acuerdo de compensación de pagos entre los países miembros del ALBA tiene al Sucre como una unidad de referencia, aunque su valor no está representado por una canasta de monedas de dichos países, sino que se mantiene la relación con el dólar (1 Sucre = 1.25 dólares).
No es unión monetaria La diferencia entre una unidad monetaria -que contemple las monedas de los países de América del Sur- y una unión monetaria radica en que la primera mantiene el rol de los bancos centrales de cada país, mientras en la segunda desaparecen y se constituye un único banco central, como en el caso europeo.
Para la unidad monetaria se construye una canasta referencial, similar a las unidades de cuenta europea y asiática. Es decir, se crea una moneda en base a todas las monedas de los países que integran la unidad. En cambio, en la unión monetaria se establece una sola moneda, como el euro.
¿Qué se necesita para lograr la Unidad Monetaria Sudamericana?
El primer paso para constituir la Unidad Monetaria Sudamericana es que los diez países de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela) se pongan de acuerdo para implementar políticas similares y así lograr que el valor de cada moneda respecto al dólar sea estable.
La creación de la unidad de cuentas exige revertir la situación actual en la que los países se ven afectados por la inestabilidad de la divisa estadounidense. En el periodo de octubre del 2002 a marzo del 2008 el dólar se ha devaluado en sesenta por ciento frente a las monedas sudamericanas.
Se propone entonces establecer un sistema de tipos de cambio fijo entre los países sudamericanos, es decir, que los valores de las monedas no fluctúen demasiado entre sí, algo similar a lo que actualmente hacen algunos países al mantener la moneda nacional respecto al dólar en un valor determinado o en un rango entre un límite mínimo y uno máximo.
Para comprender si América del Sur es un área apta para lograr una unidad de cuentas dentro de un futuro cercano, lo primero que salta a la vista es que la velocidad con que crece el comercio entre el 2003 y el 2007 es igual dentro de la región que fuera de ella. Lo notable es que el crecimiento fuera de la región está determinado por el alza de los precios de las materias primas, mientras que el comercio intrarregional es de manufacturas.
De acuerdo al diseño preparado por el equipo económico de Oscar Ugarteche, para la conformación de la Unidad Monetaria Sudamericana es necesario contar con una canasta de monedas de los diez países, para lo cual se hace un cálculo en base a tres factores que determinarán la contribución de cada uno: la participación de cada país en el comercio regional; el peso sobre el PBI total de todos los países, y el promedio de los tipos de cambio respecto al dólar y al euro.
Por ejemplo, un país como Brasil, con un peso de cincuenta por ciento en el PIB regional y un tercio del comercio sudamericano, tendrá una mayor participación en la Unidad Monetaria Sudamericana, mientras que Bolivia, con menos del uno por ciento en el PIB y en el comercio regional, tendrá una participación mucho menor.
Utilizando esta metodología, Ugarteche hizo un ejercicio con la finalidad de mostrar el comportamiento que hubiera tenido la Unidad Monetaria Sudamericana en años anteriores, incluso a un mes de la crisis desatada a fines de 2008.
Este análisis indica el valor de una Unidad Monetaria Sudamericana expresada en dólares, euros y el promedio dólar-euro en el tiempo. Se aprecia que el tipo de cambio es relativamente estable frente al promedio, observándose una tendencia a la revaluación frente al dólar y al euro entre 2003 y octubre del 2008. Sin embargo, en el periodo entre enero del 2000 a octubre del 2002, fue arrastrada por la devaluación del real brasileño y del peso argentino a raíz de la crisis que azotó estos países. Esto revela la necesidad de coordinación de las políticas cambiarias entre los países que integran la Unión Monetaria Sudamericana.
La puesta en marcha de la unidad de cuentas como la Unidad Monetaria Sudamericana es importante para avanzar hacia la conformación de una nueva arquitectura financiera regional que nos hará menos dependientes de los países desarrollados hoy en crisis, impulsando el aumento y la diversificación de nuestras exportaciones con un mayor valor agregado y consolidando así el desarrollo de nuestros pueblos.
Publicado: Viernes 05 de agosto de 2011 -
30 Año 2011
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