Creada por imposición de Mussolini en 1934, la actual Libia tiene tres componentes: en la franja costera del Mediterráneo, al oeste, la comercial Tripolitania, nacida de la ocupación romana en el siglo III AC; al este la culta Cirenaica, procedente de la colonización griega en el siglo V que fue sede del hedonismo filosófico; y al sur, el desierto donde los oasis son hábitat de los beduinos.

En Libia estuvieron egipcios, fenicios, dorios, griegos, cartagineses (libios fueron los soldados que atravesaron los Alpes con Aníbal), romanos, vándalos, bizantinos, árabes, turcos, italianos, alemanes (¿recuerda usted a los African Korps de Rommel en el sitio de Tobruk?), australianos, ingleses y norteamericanos. Sus ciudades y factorías fueron construidas y destruidas con el paso de siglos y milenios.
Con el rey Muhammad Idris Al–Senussi, Idris I, Libia fue la primera colonia en lograr su independencia en 1949. A los veinte años de monarquía pro occidental quedó en manos de un grupo militar nacionalista encabezado por Muammar El Gadhafi.
Aunque hay una juventud occidentalizada por la urbanización, Libia sigue siendo un país de base étnica, formado por tuaregs del Sahara y bereberes, agrupados en tribus. Para los libios, la tribu es una familia grande y la nación una tribu grande. El Estado se basa en el factor nacional y éste en lo tribal. Hay dos mil tribus con sus líderes respectivos. La más grande es Warfalla, con un millón de miembros.
En 1977, Gadhafi diseñó un sistema económico orientado a que la tierra es propiedad de todos y las empresas son gestionadas por sus trabajadores y un sistema político asentado en el poder tribal. Seiscientos Congresos Populares de Base y un Consejo General Popular formaron la República Socialista Árabe Jamahiriya (Estado de las Masas). Un ejército pequeño pero muy bien armado, con ramificaciones mercenarias fuera del país. Un gabinete de ministros para labores rutinarias y un grupo de confianza basado en la familia Gadhafi de la región de Sirte, educada en Occidente.
A su democracia directa y personalista, basada en la propuesta de una Tercera Teoría Universal distinta del capitalismo y el marxismo y alejada del fundamentalismo islámico, añadió una inversión social que convirtió a Libia en el país con mejor nivel de vida en África. Libia tiene la esperanza de vida más prolongada y el Índice de Desarrollo Humano más alto del continente y una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo.
Zigzagueó entre los poderes del planeta. Promovió la unidad árabe y fracasó porque era imposible agrupar a los emires, los saudís, todos juguetes de Occidente. Apoyó con dinero a los radicales occidentales, desde los irlandeses republicanos hasta los peruanos izquierdistas de los setenta pasando por los sandinistas de Nicaragua. Jugó al terrorismo en los ochenta con resultados trágicos y catastróficos.
A partir de los noventa buscó la reconciliación con los piratas de Occidente que nunca lo perdonaron. Financió a Sarkozy y coqueteó con Berlusconi. En su bunker han sido encontradas abundantes fotografías de Condolezza Rice.
Jugó con fuego y acabó incendiándose. Hizo eliminar físicamente a sus enemigos tal como Occidente asesina a los suyos. Usó del crimen político, no más que Bush o Nixon, o Stalin, o Kissinger, o Mac Namara, o Truman. No vale la pena hablar del cinismo de los sucesores. El martirio de Trípoli ya pasó en Dresde, Hiroshima, Nagasaki, Varsovia, Bagdad.
El nuevo poder títere deberá responder a las expectativas de dos mil jefes tribales, de los jóvenes occidentalizados de Trípoli, los islámicos radicales e integristas, los chiítas y sunníes, los mercenarios, los saqueadores del petróleo, los políticos que trabajan para distintas potencias de Occidente e incluso a las pretensiones del heredero del trono Mohamed Ar–Ridda El Senussi, hijo del príncipe Hassan Al Senussi y sobrinonieto del rey Idris.
Primero Afganistán. Luego Irak. Ahora Libia. Mañana puede ser Siria. Y pasado mañana Irán. El crimen sigue enseñoreándose en el mundo.

Publicado: Viernes 02 de setiembre de 2011 - 34 Año 2011