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La cura de la hepatitis C

17 de octubre de 2014 - No. 185 - Año 2014

Martin Khor

Un nuevo tratamiento para la hepatitis C está generando gran controversia. Se trata de un medicamento muy caro que estará fuera del alcance de los pacientes en los países de ingresos medios.

Se estima que en todo el mundo hay aproximadamente ciento setenta millones de personas que viven con el virus de la hepatitis C (VHC). Cada año se suman entre tres y cuatro millones de personas infectadas, con un saldo de unas trescientas cincuenta mil muertes. Por este motivo, la enfermedad, que recibe el nombre de “asesino silencioso” porque entre quienes están infectados puede desembocar en enfermedades graves como el cáncer de hígado, constituye un problema de salud pública importante.

La buena noticia es que las autoridades sanitarias estadounidenses aprobaron el año pasado un nuevo medicamento, el sofosbuvir, que tiene una tasa de efectividad de alrededor del noventa por ciento, superior a los medicamentos más antiguos que tienen, además, algunos efectos secundarios graves. La mala es que quien lo produce, la empresa biofarmacéutica estadounidense Gilead, puso un precio muy alto: 84,000 dólares para un tratamiento de doce semanas. Cada píldora, por lo tanto, cuesta mil dólares.

Gilead, cuyos ingresos por concepto de ventas del Sovaldi (sofosbuvir) ya suman varios miles de millones de dólares desde fines del año pasado, argumentó que un trasplante de hígado, que el tratamiento con este nuevo medicamento haría innecesario, costaría mucho más.

Pero lo cierto es que con este nivel de precios, solo las personas de altos ingresos pueden acceder al nuevo medicamento. En los países occidentales, los pacientes tienen dificultades, ya que es posible que las compañías de seguros o el Servicio Nacional de Salud no incluyan este costoso fármaco en su lista de medicamentos aprobados.

El hecho de que, por un lado, aparece un medicamento que salva vidas pero, por otro, su precio lo hace inaccesible, ha generado una ola de indignación entre los grupos de salud y los pacientes en todo el mundo. Y esto porque las patentes presentadas por las empresas impiden a los competidores producir versiones más baratas.

En India, el grupo Initiative for Medicines, Access and Knowledge (Iniciativa por Medicamentos, Acceso y Conocimiento) presentó un recurso contra una solicitud de patente, basándose en el argumento de que en la droga se utilizó un compuesto existente. La legislación india no permite otorgar patentes para nuevos usos de medicamentos o compuestos ya existentes.

Frente a la creciente oposición, Gilead presentó una nueva iniciativa. Hizo acuerdos con siete empresas indias, permitiéndoles producir sus propias versiones de sofosbuvir, así como de otro medicamento, el ledipasvir, que puede tomarse en combinación, y venderlos a precios fijados por las propias empresas locales. (Ver recuadro.)

Según un estudio de la Universidad de Liverpool, un ciclo completo de sofosbuvir genérico podría tener un precio tan bajo como cien dólares, y el ledipasvir noventa y tres. Otra estimación ubica el costo entre ciento treinta y cinco y cuatrocientos dólares. Por lo tanto, se espera que las compañías indias fijen precios muy por debajo de los mil dólares.

Un ejemplo de una década atrás viene muy al caso. Cuando los medicamentos para el VIH-SIDA se vendían a 15,000 dólares por paciente por año, las empresas indias produjeron versiones genéricas de trescientos cincuenta dólares por paciente por año, y hoy en día sus precios cayeron aún más, a cerca de sesenta y cinco dólares.

Sin embargo, este nuevo plan tiene un defecto importante. Si bien los acuerdos permiten a las empresas de India vender el medicamento en el mercado nacional y en algunos otros países, no podrán comercializarlo en cincuenta y un países en desarrollo de ingresos medios, entre los que se encuentran Argentina, Brasil, China, Filipinas, Malasia y Tailandia.

Los pacientes y los gobiernos de estos países, por lo tanto, tienen bloqueado el acceso a un medicamento barato procedente de India.

La empresa originaria planea vender su marca en estos países excluidos y así obtener pingües beneficios. Si bien el precio que pretenda cobrar quizás sea inferior a los 84,000 dólares, con seguridad será mucho más alto que el de las empresas indias.

La organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras ha criticado esta discriminación: “La hepatitis C es especialmente frecuente en países de ingresos medios, los cuales registran aproximadamente el setenta y tres por ciento de los casos. Pero lamentablemente a muchos de estos países se les niega el acceso a los precios más bajos de Gilead y a las versiones genéricas autorizadas por estos acuerdos”.

Los pacientes en los países excluidos han expresado su indignación. En Malasia, por ejemplo, el grupo Positive Malaysian Treatment Access and Advocacy Group y Third World Network (TWN) declararon que los nuevos medicamentos orales trajeron una nueva esperanza para los pacientes con hepatitis C, pero que la misma se desvaneció por las condiciones restrictivas de los acuerdos que “condenan a muerte a muchos de los cincuenta millones de pacientes con hepatitis C que viven en territorios excluidos del ámbito de aplicación de la licencia voluntaria, como Malasia, Tailandia, Filipinas y China”.

Trece ONG tailandesas emitieron un comunicado expresando su consternación por el acuerdo firmado por Gilead con las empresas de India: “La avaricia empresarial ha construido otra barrera al acceso a un nuevo medicamento tan necesario para los millones de infectados con hepatitis C en países de ingresos medios. En los países de ingresos medios no incluidos en el acuerdo, millones de personas estarán condenadas a muerte en la medida que no podrán pagar el nuevo fármaco que les permitiría salvar su vida”.

En América Latina, la Red Brasileña por la Integración de los Pueblos “repudia enérgicamente los acuerdos que tratan a los medicamentos igual que a los productos básicos, impidiendo a millones de personas acceder a ellos”.

Los pacientes en los países afectados y sus grupos de apoyo están exhortando a sus gobiernos a que actúen para garantizar que sus ciudadanos tengan acceso a los nuevos medicamentos.

El acuerdo de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio (OMC) autoriza a los países a no conceder patentes si los medicamentos no son nuevos o no constituyen una invención genuina. Si se han concedido patentes, los gobiernos pueden emitir licencias obligatorias, que permiten producir y vender medicamentos genéricos a precios accesibles a empresas estatales o a empresas privadas locales.

Como alternativa, los gobiernos pueden pedir a la empresa originaria que les permita abastecerse con las empresas indias o bien que cobre el mismo precio que el de los medicamentos genéricos.

Martin Khor es Director ejecutivo del Centro del Sur.


Publicado: 17 de octubre de 2014 - No. 185 - Año 2014

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