El derecho al desarrollo no deja a nadie atrás
9 de diciembre de 2016 - No. 289 - Año 2016
Rose Delaney
La celebración del Día de los Derechos Humanos este 10 de diciembre es una buena oportunidad para reflexionar sobre las raíces del proceso de desarrollo global como plataforma para seguir adelante.
El 4 de diciembre de 1986, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó oficialmente la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, un texto histórico que describe a este último como un “derecho humano inalienable”. Ese día, el mundo se comprometió a eliminar todos los obstáculos para la concreción de la equidad y la inclusividad.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos alentó a todos los actores a “enfocar el 30 aniversario de la declaración con un sentido de urgencia”. Debemos recordar “que las personas marginadas, migrantes, indígenas y discapacitadas tienen derecho al desarrollo y que el verdadero propósito de cualquier emprendimiento económico es mejorar el bienestar de la gente”.
La innovadora declaración de 1986 llamó a la creación de sociedades inclusivas en las que se implemente la eliminación de todas las formas de discriminación para garantizar la sostenibilidad.
Las naciones en desarrollo del Sur Global, consideradas como “rezagadas”, se recuperarán mediante la “cooperación internacional”, por la que se aboga en el texto.
El documento subraya la importancia de una activa y significativa participación de todos en el proceso de desarrollo, aun de aquellas personas a menudo silenciadas y estigmatizadas.
También alienta a los pobres marginados a alzar su voz en nombre de sus derechos. Además, el énfasis puesto en la inclusividad subraya la importancia de la no discriminación y de la igualdad de oportunidades en el proceso de desarrollo.
De hecho, la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030 incluye el derecho al desarrollo.
Los principales objetivos de la declaración de 1986 también se reflejan en el 16 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible”, y en el 17, “revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible”.
El 30 aniversario de la declaración también ofrece un marco para recordar los logros alcanzados: reducir a la mitad de población en situación de extrema pobreza y subalimentada en el mundo en desarrollo, así como haber mejorado el acceso a fuentes de agua potable, además del muy necesitado aumento en la asistencia oficial al desarrollo.
Pero todavía quedan desafíos como la desigual distribución de la riqueza mundial, precisó el Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Todavía hay 700 millones de personas que viven con menos del equivalente a dos dólares al día. El limitado acceso a la atención médica, a una educación superior y al empleo que padecen los sectores sociales más vulnerables, hace que se corra el riesgo de que en 2030 hayan 100 millones más de personas pobres, según el Banco Mundial.
La creciente desigualdad y las injusticias en el mundo en desarrollo señalan las falencias de la declaración de 1986. El debate actual sobre su falta de efectividad, llevó a muchos analistas a opinar que debido a la falta de pautas claras y coherentes, todavía no se lo puede reconocer como un instrumento vinculante.
Las distintas interpretaciones sobre la declaración son responsables de la falta de soluciones claras para los problemas de desarrollo.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que toda acción, para que sirva al desarrollo, debe basarse en los derechos humanos; la Declaración de Viena y el Programa de Acción, además de la Agenda para 2030, establecen que el derecho al desarrollo no solo requiere fortalecer la acción en el ámbito local, sino también habilitarla a escala internacional.
Los estados y las personas comparten la misma responsabilidad de contribuir a la creación y al mantenimiento de la paz y de una sociedad global inclusiva.
En 1986, la comunidad internacional celebró y aplaudió la declaración , pero en los últimos años ha disminuido el apoyo de las naciones en desarrollo. La creciente desigualdad, las limitadas oportunidades económicas y la falta de servicios básicos hicieron que se perdiera la fe en su eficiencia.
Hace poco se logró un avance en la materia, en especial en lo que respecta a su “ineficiencia”, cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó la resolución 33/L.29 en su 33 sesión, realizada en septiembre.
El documento subraya la necesidad de poner en práctica el derecho al desarrollo como prioridad, y reclama la elaboración de un instrumento internacional vinculante, además de la creación de un relator especial dedicado al tema.
La resolución del consejo, aplaudida por el Sur Global, no cayó tan bien entre las naciones más ricas, cuyos delegados consideraron que se superpondría al trabajo de otros mecanismos ya existentes.
El Centro de Ginebra para el Avance de los Derechos Humanos y la Misión Permanente de Azerbaiyán organizaron el lunes 5 de este mes en Nueva York un panel de discusión sobre el tema del derecho al desarrollo, con el objetivo principal de subrayar la importancia de dar voz a quienes no la tienen y, en especial, de la solidaridad global como medio para erradicar la falta de desarrollo.
El enfoque dado al panel puso a la sociedad civil en el centro del proceso de desarrollo, como se definió hace 30 años.
Por su parte, el embajador Idriss Jazairy, quien moderó el panel, subrayó la importancia de la solidaridad global en esta época de violencia, corrupción, crisis económica y, en especial, de desplazamientos masivos de personas.
“El desarrollo es un derecho humano y de las personas. El individuo tiene derecho a tener los medios para prosperar profesionalmente, y las personas tienen derecho a romper las cadenas que lo subordinan a un orden global injusto”, dijo Jazairy en su discurso de apertura. (IPS)
Publicado: 9 de diciembre de 2016 -
No. 289 - Año 2016
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